El problema de homogeneizar la producción cultural originada en África

¿Es posible hablar de narrativa europea o asiática? ¿Entonces por qué la gente habla de literatura africana en general?

El problema de homogeneizar la producción cultural originada en África epa

EDUARDO S. MOLANO

¿Es posible hablar de narrativa europea o asiática? ¿Entonces por qué la gente habla de literatura africana en general?.

En los últimos tiempos, si hay un nombre que se ha ligado de forma estrecha con la producción cultural del continente africano, ése es el de Ryszard Kapuscinski. Curioso. La historia de 54 países escrita por un polaco.

No obstante, autores continentales hay. Y muchos. Cada uno con su propio reflejo. Es cierto que literatos como Chinua Achebe (recientemente fallecido), Wole Soyinka, Chimamanda Ngozi Adichie o Ngugi wa Thiong’o (eterno Nobel) gozan del reconocimiento de crítica y público.

Aunque no son los únicos. Totalmente recomendables también son las obras de Noo Saro-Wiwa, autora de «Transwonderland: Travels in Nigeria» (divertido libro de viajes que recorre los tópicos que sufre su país de origen), la etíope Maaza Mengiste, quien en «Beneath the Lion's Gaze» recorre los últimos años del monarca Haile Selassie (sí, aquél que Kapuscinski retrataba en «El Emperador») o Tendai Huchu (más que recomendable su obra «The Hairdresser of Harare»).

Los temas también son diversos. Algunos autores se hacen eco del drama de los niños de la calle (NoViolet Bulawayo, Zimbabue), la vida en los campamentos de refugiados (E. C. Osondu, Nigeria), e incluso la literatura deportiva (Olufemi Terry, Sierra Leona).

Precisamente, ésta es la crítica de gran parte de los autores continentales. En obras clásicas como «El corazón de las tinieblas» de Joseph Conrad se rebaja a los africanos: el concepto, la gente, la cultura y todo lo que les rodea. Sobre todo, porque estos libros no fueron escritos por ellos.

Calidad sin premio

Una situación similar a la de la industria audiovisual. Y las cifras son fiel reflejo de este olvido. En toda la historia, tan solo han desfilado por la alfombra roja de los Oscar (en la candidatura, eso sí, de «Mejor película de habla no inglesa») tres obras del África Subsahariana: una nominada —la sudafricana «Yesterday»— y dos ganadoras, la también sudafricana «Tsotsi» y la costamarfileña «Black and white in color».

Sin embargo, esto no significa que el continente no haya generado filmografía de calidad contrastada en los últimos tiempos: La keniana «Nairobi Half Life» y la congoleña «Viva Riva!» son solo algunos ejemplos. La primera (ópera prima del director David 'Tosh' Gitonga) narraba los sueños de grandeza de un actor obligado a lidiar con las miserias del chabolismo, mientras que la segunda nos sumergía en los trasfondos delictivos de la capitalina Kinshasa.

Mención especial, no obstante, merece el cine nigeriano. En la actualidad, y según datos del centro de estadística de la Unesco (2010), el país africano produce cada año una media de 872 largometrajes —todos ellos en formato de vídeo— por las 1.091 películas que se ruedan en la India o las 485 de Estados Unidos. Unos números que permiten situar a la ciudad de Lagos como el segundo centro cinematográfico del mundo, tan sólo superado por los estudios de Mumbai. Así que del glamour de Hollywood , mejor nos olvidamos.

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