Joshua Wong
El adolescente precoz de la revuelta de Hong Kong
Con 14 años ya había formado su movimiento disidente, hoy, con 17, es la figura más irreductible de la revolución
Su mirada decidida contradice su aspecto frágil y débil. Sus gafas de pasta negra siempre parecen a punto de resbalarle nariz abajo. Quizás por eso se las recoloca a cada rato de forma compulsiva. Se siente incómodo delante de una cámara, sobre todo en los silencios, y su cabeza parece ir siempre uno o dos pasos por delante de sus palabras. Pero cuando comienza a hablar, se transforma. Su pasión lo inunda todo, da igual que hable del precio del metro como de la lucha por la democracia, en cualquier materia de discusión pone la misma intensidad. Su cuerpo menudo parece casi incapaz de soportar el peso de su cabeza y, sin embargo, Joshua Wong (1996) intenta echarse sobre sus hombros buena parte del futuro de Hong Kong. Es, sin duda, la cara y la voz de toda una generación.
Este chico de aspecto tímido que estrenó su mayoría de edad dando una conferencia de prensa en la acampada de protesta de Admiralty, en lugar de ir de marcha como la mayoría de los jóvenes de su edad, ha pasado en poco tiempo de ser un adolescente aficionado a las videoconsolas y a los comics japoneses, a ser una celebridad. Fue portada de la Revista «Time» en octubre, y es uno de los candidatos a Persona del Año, por su papel en las protestas que llevan ocupando las calles de Hong Kong los últimos dos meses.
Los medios le catalogan como el heredero de Tiananmen, pero él huye de comparaciones. «La gente dice que los movimientos sociales deben estar inspirados en alguien, pero yo no lo veo así. Se habla de Martin Luther King, pero es una figura histórica remota para mí. No se necesita seguir un modelo para estar involucrado en un movimiento social. Solo tener conciencia de lo que está pasando. A mí lo que me inspira es Hong Kong».
Sin embargo, no es la primera vez que Wong se pone en pie para pelear contra el Gobierno. En 2011, con solo 14 años, fundó la organización «Scholarism» con un reducido grupo de estudiantes de secundaria. «Los estudiantes somos parte de la sociedad civil, aunque no tengamos ni estatus ni capacidad para votar». Un año después saltó a la fama al liderar una campaña de protestas contra la decisión de CY Leung de implantar la asignatura de Educación Nacional, que en palabras de Wong suponía un lavado de cerebro. No puedo abrazar el comunismo del que mi familia ha huido», dijo entonces. Su actuación y el apoyo recibido (más de cien mil personas participaron en la manifestación en contra de la medida) hicieron que el Gobierno diese marcha atrás y cancelase dicha asignatura.
Un disléxico arrollador
Padece dislexia pero su dificultad para leer se transforma en personalidad arrolladora cuando se sube a una tarima y coge un micrófono o un megáfono. Sus mensajes son directos y transmiten la obstinación de quien cree a ciegas en su causa. «Tienes que concebir cada lucha como si fuese la última», afirma. El pasado mes de septiembre, su discurso ante ciento veinte mil personas concentradas en las calles contra la ausencia de democracia supuso el inicio del movimiento. Su detención en aquellos días –y retención durante mas de cuarenta horas sin causa justificada– hizo que lo que iba a ser en principio una simple manifestación se convirtiera en una lucha que ha transformado Hong Kong para siempre.
Él huye del protagonismo, y hasta le incomoda que le califiquen de líder de las protestas. «Mientras la gente indefensa era atacada por la policía con gas lacrimógeno yo estaba detenido. Solo podía mirar para la pared y pensar que desde allí no podía ayudarles. Cada persona de Hong Kong es un héroe», dijo. Sin embargo, es innegable que este joven de ojos vivos es una figura pública. Admirado por medio mundo, se ha convertido en un gran dolor de cabeza para Pekín, que lo identifica como la figura clave de la «Revolución de los Paraguas» , hasta el punto de acusarle de haber sido formado por EE.UU. para convertirlo en un instrumento de poder contra el Comunismo.
En la última semana, cuando otros líderes del Movimiento acordaron entregarse a la Policía, él decidió iniciar una huelga de hambre indefinida, que tuvo que abandonar este sábado por razones de salud. Su objetivo es forzar el diálogo con el Gobierno. Pero incluso si no lo consigue, ya se habrá ganado un lugar en los corazones de cada habitante de Hong Kong para siempre.
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