Juncker presenta su plan de 300.000 millones para reanimar la economía europea
El presidente de la Comisión despliega toda su artillería en la moción de censura presentada por euroescépticos y populistas
No era la primera vez que se tramitaba una moción de censura en el Parlamento Europeo, pero sí la primera que se ventila una cuando aún no ha transcurrido un mes de la legislatura. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker , ha querido responder con toda la artillería y ordenó este lunes que estuvieran presentes en el debate parlamentario todos sus comisarios, para mostrar claramente el tenor del gesto que han iniciado los euroescépticos, en una alianza cada vez más explícita entre los populistas italianos, los nacionalistas británicos y los ultraderechistas franceses.
Los ataques a Juncker debilitan sobre todo a los socialistas
Además, antes de que la moción de censura se vote este jueves, el presidente de la Comisión presentará formalmente el miércoles su plan de invertir 300.000 millones de euros para reactivar la economía, un anuncio que supondrá el cambio de rumbo de la política europea ante la crisis y que sin duda servirá también para desarmar a los euroescépticos. Aunque todavía no sen conocen los detalles del plan, Juncker prevé presentarlo formalmente el miércoles después de que lo apruebe el colegio de comisarios.
En el debate del lunes, el presidente lanzó desafiante la promesa de que, igual que él se comprometió a pedir la dimisión de un comisario si perdía la confianza del Parlamento, «si quieren que sea yo quien se vaya, no tienen más que decirlo», seguro de que todavía mantiene el apoyo de los principales grupos políticos.
Sin embargo, aunque es evidente que la moción de censura que defendió el italiano Marco Izani –del «Movimiento 5 Estrellas» de Beppe Grillo – no logrará los dos tercios de los votos que harían caer a la Comisión, lo que sí están consiguiendo los populistas es minar la cohesión del segundo grupo más importante de la Cámara, el socialista, cuyos integrantes se dividen cada vez más sobre la figura del presidente de la Comisión.
Y eso que el portavoz socialista, el también italiano Gianni Pittella, intentó describir con dramatismo la situación advirtiendo que si triunfase la moción «se descarrilaría el plan de los 300.000 millones, se arruinaría la oportunidad de ayudar a Europa a salir de la crisis, se tardarían meses en crear un nuevo colegio. ¿Eso es lo que quieren? Lo que debemos temer es la moción de censura de los ciudadanos si no hacemos nuestro trabajo».
Farage y LePen
Manfred Weber, el portavoz popular, sin embargo, hizo una defensa casi agresiva de Juncker al afirmar que la política fiscal es competencia de los países y no de la Comisión. Llegó a descalificar a los populistas a los que acusó de representar ideas racistas: «Cuando dicen “nosotros” ¿de quién hablan? De los que dicen que hay que expulsar a los judíos o a los rumanos? ¿Y dice que son la nueva Europa? No. Ustedes son la vieja Europa». El liberal Guy Verhofstadt trató de volver a encarrilar el apoyo político que se le había escurrido en anteriores debates y denunció la «complicidad oculta» entre el populista y nacionalista británico Nigel Farage (que es un especialista en evasión fiscal y que por ello no se atrevió a tomar la palabra en el debate) y la ultraderechista francesa Marine Le Pen, para pedir a todos «dejar de perder el tiempo en esta estúpida moción».
Es verdad que, como dijo el portavoz del grupo que lideran los conservadores británicos, Juncker «tiene un problema» con el asunto de la «ilusa iniquidad» en el escandaloso tratamiento fiscal de las multinacionales , pero también que el presidente de la Comisión se ha comprometido a impulsar una política desde las instituciones europeas para acabar con esta práctica. Eso será si se mantiene la cohesión de la «gran coalición» que le apoya en la Eurocámara, cada vez más amenazada.
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