Pistorius, Sudáfrica y los castigos ejemplares
En un país marcado por la cultura del linchamiento y la desconfianza en la justicia, la mayoría de los sudafricanos aguardan la sentencia de Pistorius con el deseo de que reciba una larga condena
Sudáfrica es vista a menudo como símbolo del perdón y la reconciliación, como aquella nación que de la mano de Nelson Mandela supo desterrar la venganza para lograr la convivencia entre blancos y negros. Sin embargo, si dejamos de lado la política y hablamos de crimen, la Nación Arco Iris lleva en sus genes la cultura del linchamiento.
Ladrones que son apedreados hasta la muerte o quemados en los townships por haber robado un teléfono móvil, palizas de los policías en los calabozos, o la muerte a tiros de cualquier intruso que se adentre en tu propiedad… Por desgracia, todos estos casos ocurren con demasiada frecuencia en una sociedad con la misma capacidad para perdonar como para aplicar el escarmiento.
Sudáfrica tiene una tasa de criminalidad hasta cuatro veces mayor que la media mundial, con 47 asesinatos al día. Sin embargo, solo un 14% de todos los casos abiertos por la Policía acaban llegando a juicio, según un estudio del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS). Por ello, los ciudadanos desconfían del sistema y tienen la sensación de que en este país uno puede violar la ley y salir indemne. Eso solo anima a unos a seguir cometiendo crímenes y a otros a seguir tomándose la justicia por su mano.
Y cuando alguien cae por fin en manos de la Ley, se espera que ésta sea implacable y sirva de ejemplo a todos aquellos que decidan seguir sus pasos. Al rapero Jub-Jub, que en 2010 atropelló en Soweto a cuatro niños cuando participaba drogado en una carrera ilegal, le cayeron 25 años por asesinato.
Sudáfrica respiró. A su entender, se hizo justicia, en un sentido casi bíblico de la palabra. Sin embargo, el Tribunal Supremo le acaba de rebajar la pena a ocho años al considerar que los cargos por asesinato eran excesivos.
Indignación popular
Muchos ciudadanos han visto con indignación cómo en el lapso de pocas semanas se les escapaban de las manos dos castigos ejemplares para dos personajes famosos; uno blanco y uno negro; el rapero Jub-Jub y el atleta paralímpico Óscar Pistorius .
Pistorius fue condenado por homicidio imprudente por la muerte de su novia, a la que disparó en cuatro ocasiones al confundirla con un intruso. Pese a que la Fiscalía no logró presentar pruebas suficientes para demostrar el asesinato, a los sudafricanos les ha sabido a poco.
Al corredor le pueden caer hasta 15 años de cárcel, en el proceso de dictamen de la sentencia, que comienza hoy en el Tribunal Superior de Pretoria. Pero podría incluso no poner un pie en prisión de acuerdo a lo establecido para esta tipificación delictiva en la ley sudafricana.
¿Por qué Óscar Pistorius debería obtener una mayor sentencia que otras personas procesadas por el mismo delito? ¿Por qué debería haber sido condenado por asesinato si un juez dictaminó que no hay pruebas suficientes para ello?
Sudáfrica lo tiene claro. Porque independientemente de las circunstancias del caso, era su oportunidad de resarcirse de todos aquellos crímenes que ni tan siquiera llegan a juicio, la oportunidad de enviar un mensaje claro: que hay que temer a la Justicia, que es implacable y excesiva. Como un linchamiento.
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