Los conservadores británicos buscan votos prometiendo más austeridad
El ministro de Hacienda anuncia que congelarán dos años las prestaciones del paro si ganan las elecciones de mayo
El Partido Conservador británico está celebrando en Birmingham su conferencia política, que es su gran puesta en escena propagandística de cara a las elecciones generales del próximo mayo. Lo notable es que un marco pensado para ganarse a los votantes han esgrimido como bandera la austeridad y los recortes del Estado del bienestar, «porque la mejor manera de asegurar su existencia es que sus gastos no suban».
La ducha fría corrió a cargo de George Osborne, el duro, capacitado y algo arrogante ministro de Hacienda, de 43 años. Su plan para «convertir al Reino Unido en el país más próspero del mundo» pasa de entrada por medidas dolorosas. Anunció que si ganan los comicios congelarán durante dos años los subsidios del paro a las personas en edad de trabajar, que se llevan cada año 127.000 millones de euros de las arcas públicas, una medida con la que quieren ahorrar 3.800 millones. «Las familias sin trabajo no deben cobrar más que una familia media que trabaje», razonó Osborne, una frase que en España ningún político conservador se atrevería a decir por temor a soliviantar a la izquierda.
El Gobierno de Cameron ha logrado darle la vuelta a la economía. El país está creciendo a un ritmo del 3,1% en términos interanuales. El recuerdo de la crisis va quedando atrás, si bien los salarios crecen a su menor ritmo en diez años. Pero a pesar de esas luces, el discurso de Osborne fue muy precavido. Calificó la deuda pública, situada en el 79% del PIB, de «peligrosamente alta» (en España es del 98,4%) y calculó que de aquí a las elecciones tendrán que intentar recortar 9.000 millones más, a pesar de que ya iniciaron su mandato con drásticos ajustes en el sector público.
«La economía lo es todo»
También hubo un caramelo: adiós al llamado «impuesto de la muerte», que gravaba con una tasa del 55% la transferencia a sus familiares de los fondos de pensiones de una persona fallecida. Esa carga será eliminada, porque el Gobierno tory quiere premiar «a los que han trabajado toda su vida y han ahorrado». Un elogio a la cultura del esfuerzo.
La intervención de George Osborne suponía el intento de los conservadores de remontar y realzar un congreso que tuvo los peores prolegómenos posibles: la deserción de un diputado conservador al partido eurófobo UKIP, acusando a Cameron de haber incumplido todas sus promesas; y la dimisión de un ministro al verse envuelto en un escándalo sexual por una trampa que le tendió el diario sensacionalista «Daily Mirror».
UKIP, la formación del populista y campechano Nigel Farage, desvela a los conservadores, que temen que pueda inclinar la balanza en favor de los laboristas de Ed Miliband, que ahora mismo marchan por delante en las encuestas. «Un voto a UKIP es un voto entregado a los laboristas», enfatizó Osborne, en un intento de levantar un cortafuegos frente al partido que ganó contra todo pronóstico las pasadas europeas.
«Es la primera vez que veo que se busca el voto prometiendo más austeridad, más dolor y más recortes», mascullaba ayer un analista de la BBC. Pero los conservadores creen que la opinión pública valorará el hecho de que su Gobierno ha sacado al país de la recesión con políticas liberales y de consolidación fiscal. «La economía puede no suponer nada para los laboristas, pero para la gente de Gran Bretaña lo es todo», zanjó Osborne. Mañana se clausura la conferencia con el discurso estelar de David Cameron.
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