Prostitución en las cabinas rojas
La policía de Londres batalla sin éxito desde hace once años para liberarlas de las fotos sexuales que las empapelan
Si a bote pronto se le pide a cualquiera que cite tres símbolos de Londres, seguramente lo primero que le vendrá a la cabeza serán la torre del Big Ben, los autobuses rojos de dos pisos y las cabinas de teléfonos, también coloradas y parte del paisaje sentimental británico. Pero las cabinas ya no son lo que eran. El móvil las ha ido liquidando. En 1980 había 73.000 en el Reino Unido, hoy solo perviven 11.000. Quedan menos y además han perdido su inocencia. La prostitución ha tomado las cabinas rojas, casi siempre empapeladas por completo con postales de mujeres desnudas que ofrecen sus servicios, con su número de teléfono impreso sobre la foto.
Desde 2001 dejar postales de oferta de servicios sexuales en las cabinas es un delito. Pero lo cierto es que en un juego del gato y el ratón, British Telecom va limpiando de fotos las cabinas cíclicamente solo para que al poco tiempo las mafias que explotan a las chicas las empapelen de nuevo. La Criminal Justice and Police Act fija multas de entre 200 y 1.300 euros por colocar las tarjetas, y penas de hasta un mes en prisión para los reincidentes. En el año en que se aprobó esa ley, BT retiró 150.000 tarjetas en una sola semana. Pero se calcula que cada año se siguen engalanando las cabinas rojas del Reino Unido con 13 millones de postales.
En el Reino Unido la prostitución es legal, pero no ejercerla o fomentarla en la calle. Policías encubiertos, dedicados a atajar esta lacara que empaña con sordidez la imagen de Londres, telefonean a algunos de los números y localizan los pisos y a sus propietarios. Luego se presentan allí, acompañados de agentes de inmigración, y advierten a las mujeres que no dejen más tarjetas. Si sus papeles no están en regla son extraditadas. Pero es muy raro que sean detenidas, porque las autoridades saben que el problema son las mafias que las esclavizan y que se encargan de reponer la exposición de las cabinas con un batallón de los llamados «card boys».
«Si eres un turista americano y entras en una cabina pensarás que estás en un sex shop», se quejaba el concejal londinense Kit Malthouse, que batalló contra esta práctica. El Ayuntamiento de Londres ha pedido a las principales operadoras de teléfono del Reino Unido que bloqueen todo número que sea localizado en una tarjeta.
La moda de empapelar las cabinas con fotos de prostitutas empezó en el barrio del Soho en los ochenta, pero hoy es omnipresente en las calles de Candem, Kensington,Chelsea, Westminster… Incluso ha sido convertida en una forma de arte en las galerías más epatantes. Las primeras cabinas se han convertido también en objeto de culto para algunos coleccionistas. Aparecieron en 1920 y son rojas porque la compañía nacional de correos, que por entonces las gestionaba, decidió pintarlas con el mismo color que sus buzones.
En 1924 se convocó un concurso nacional de diseño, al que concurrieron algunos de los mejores arquitectos del país. Ganó sir Gilbert Scott, el creador de la catedral neogótica de Liverpool, y su modelo es conocido como la K2. Sir Gilbert quería que fuese plateada, pero afortunadamente nadie le hizo caso. Con motivo del jubileo de plata del rey Jorge V se abrió un nuevo certamen para renovarlas y de nuevo se impuso Scott, con su K6. Hoy vamos ya por la K8, enjoyada con los añadidos que hemos referido.
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