Cuando el trastorno físico del niño está solo en su cabeza
La solución pasa por el abordaje psicológico y la rehabilitación, advierte un experto de la Clínica Universidad de Navarra
Parálisis, ceguera, sordera, o ataques epilépticos en niños que nunca antes habían tenido una enfermedad grave. Los síntomas son espectaculares, y más cuando se trata de un paciente infantil. Hablamos de los trastornos psicosomáticos o somatomorfos que, según el doctor César Soutullo, responsable de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra , «no son raros de ver». De hecho, asegura este profesional, son bastante frecuentes, pero causan alerta y muchas consultas médicas porque no entran en ningún trastorno médico de base.
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Es decir, que lo xcepcional de esta situación es que «a pesar de que los síntomas físicos son espectaculares y muy desproporcionados, no existe sustancia médica o causa biológica concreta y por tanto el problema tarda en detectarse», aclara Soutullo. « El dolor de cabeza es real, la ceguera es real, la parálisis ... pero se trata de una reacción psicológica . Solo está en la cabeza del pequeño. Pero es muy importante decirles que sí que tienen algo, porque es verdad que los nervios o los músculos de ese niño están bien, pero su cabeza no se lo está transmitiendo».
La solución: el abordaje psicológico
Por lo general, prosigue este doctor, «en una primera instancia las familias se focalizan solo en el síntoma físico y no se acude a la raíz del problema, que es la ansiedad. Es habitual que se pierda muchísimo tiempo y tanto el niño como los padres se preocupen cada vez más y piensen que "algo grave me tiene que estar pasando que no lo encuentran. Tiene que ser una enfermedad muy rara y muy grave que cada vez va a peor». «Ese ese círculo vicioso se tiene que romper cuanto antes porque si no se trata, el niño estará inválido o mal mucho tiempo. Es un trastorno que no tiende a mejorar por su cuenta», advierte.
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— Clínica Uni. Navarra (@ClinicaNavarra) November 8, 2016
Como parte del tratamiento, concluye Soutullo, «es fundamental que la familia entiendan que muchas veces los niños sufren ansiedad, y que los trastornos somatomorfos tienen curación. Son casos muy llamativos pero que suelen evolucionar bien y, además, no tienen por qué ser reincidientes».