El fugaz mandato de Deena Abdulaziz en «Vogue Arabia»

La princesa quería cambiar el modo en que la moda se acerca al mundo árabe. No lo logró

ALICIA ALAMILLOS

Luces y flashes amenizaron la fiesta de lanzamiento de la revista « Vogue Arabia » celebrada en Doha en abril, con la princesa saudí Deena Abdulaziz como centro de todas las felicitaciones. Estaba haciendo historia como la primera editora -mujer y árabe- de la recién estrenada versión para Oriente Medio de la conocida «biblia de la moda». Los países musulmanes gastaron miles de millones de dólares en esta industria en 2015, unas cifras que se estima llegarán a los 368.000 millones en 2021. Era cuestión de tiempo que la revista «Vogue» lanzara una edición enfocada a estos países, especialmente las poderosas y ricas monarquías del Golfo. « Los árabes merecían su propio “Vogue” , y lo merecían desde hace mucho tiempo», señaló Abdulaziz al conocerse su nombramiento. Tan sólo unos días después de aquella fiesta en Doha y con sólo dos números publicados, las empresas editoras de «Vogue Arabia», Conde Nast y Nervora, anunciaron el cese inmediato de la saudí.

« Me mantuve fiel a mis valores y mi visión para “Vogue Arabia ”, y me negué a dejarlos a un lado cuando el enfoque de la editorial entraba en conflicto con estos», señaló la princesa en un comunicado salpicado de notas de enfado y decepción. Su puesto ha sido ocupado por el portugués Manuel Arnaut , director de la revista «Architectural Digest Middle East».

Experta en moda

A diferencia de Arnaut, que cuenta con una dilatada experiencia en publicaciones Conde Nast (comenzó trabajando para la edición portuguesa de «Vogue» en 2004), la princesa Abdulaziz era una «recién llegada» al mundo de los medios, pero no al de la moda . Ya desde niña descubrió su pasión por el estilismo, devorando revistas «Vogue». Aunque princesa por matrimonio y no de cuna, recibiendo el título cuando se casó con el príncipe Sultan bin Fahad bin Nasser en 1998 tras dos años de noviazgo, Deena Abdulazid (42 años y tres hijos) fundó en 2006 su propia boutique de alta gama en Riyad, D’NA, donde las saudíes encontraban modelos de Miu Miu, Marni, Alexander Wang y Haider Ackermann. Pronto comenzó a vérsele en desfiles como la Semana de la Moda en Nueva York.

Ningún velo cubre su cortísimo cabello, un toque «rebelde» , pero sus conjuntos siguen esa «modestia» que se asocia a la moda musulmana. En Riyad la princesa sí viste el velo obligatorio para las mujeres. Pero debajo de la abaya es otro cantar: como muchas de sus compatriotas, el triste sayo negro que la ley les impone esconde todo un mundo de color y moda a la última.

Hija de un economista y nacida en California pero indiscutiblemente saudí, con una vida construida entre Estados Unidos y Arabia y con conocimiento del negocio de la moda a ambos lados del Mediterráneo, Deena Abdulaziz era la simbiosis y el rostro perfecto para ser el puente entre Occidente y Oriente Medio, lleno de tópicos orientalistas y pobremente representado en los medios occidentales. Una titánica misión que ella misma se asignó: «Mucha gente no sabe exactamente qué es Arabia, y hay grandes problemas de incomprensión sobre la moda ‘‘modesta’’. Tengo la responsabilidad de abordar estos temas».

Aunque este puesto lo haya ocupado brevemente, la puerta ya está abierta para que otras mujeres jóvenes y árabes sigan su estela en el mundo de la moda.

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