Y se hizo el «show»: de las caras de Bélmez al carnaval de Levante

La exuberancia y la austeridad se alternaron en una serie de desfiles con el carácter de cada autor

Y se hizo el «show»: de las caras de Bélmez al carnaval de Levante a. de antonio Y de san bernardo

maría luisa funes

Se confunden en Dolce & Gabbana cuando intentan retratar a la mujer del sur de España: siempre sale a colación una nada probable mujer cargada de colorines y vestidos pomposos. Aparte de los trajes de gitana, las raíces del sur llevan a vestir habitualmente de un modo más discreto. Ha sido Moisés Nieto, un joven creador de Úbeda (Jaén), el que mejor ha trasladado la imagen de la España –profunda, por qué no– a la pasarela, marcando con un guiño de pueblo su estilo moderno. Cerró el desfile con vestidos estrictos inspirados en «La casa de Bernarda Alba», que más bien parecían retratar una reunión de pueblo, de aquellas en las que las vecinas hacen un corro de sillas para crear su «Sálvame» particular. Su abuela parece seguir siendo una fuente de inspiración. Los vestidos de Moisés, además, eran estupendas muestras de cómo conseguir que un trozo de piel sintética –desde que tiene perro, no le gusta utilizar la piel normal– se convierta en un atuendo correcto y elegante. Se permitió el tremendo detalle de los calcetines tipo ejecutivo de media caña para otorgarle un toque «Puerto Urraco» a cada look. Moisés acabó con una procesión del grupo y un emocionante fondo de pasodoble de Semana Santa. Materia prima y show.

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Luke, la marca del jienense Leandro Cano, ha presentado un desfile sobrio y elegante. Leandro fue el primer sorprendido cuando hace un tiempo Lady Gaga apareció con uno de sus vestidos. Le ha seguido muy recientemente la cantante Gwen Stefani. Ayer demostró que su pasmosa creatividad no es flor de un día. Sus vestidos tienen carácter y favorecen, dos cualidades que no siempre van unidas. Su bolso, exhibido en distintos colores y materiales, ha sido una de las mejores piezas del día. Elegante y desdibujado, supone un antes y un después en las pochettes de mano. Luke presenta una elegancia estridente que promete.

Fundido en rojo

En cuanto a David Delfín, está claro que los efectos especiales son su fuerte. Ha vuelto a repetir el número de la máscara, aunque esta vez en negro. Velas votivas, penumbra, fundido en rojo y música de ultratumba dominaron la escena. Faldas-pantalón de corte karateca, zapatos y botines Dr. Martens con suela compensada, calcetines blancos y cinturones negros de primer Dan, fueron los conejos que salieron de la chistera de una colección –curiosamente– para hombre. Las caras de Bélmez de sus camisetas y el fundido en rojo, demuestran de nuevo sus capacidades cinematográficas.

Maestría en el corte

La maestría de Torretta en el corte del cuero y el ante, volvió a surgir. Abrigos y vestidos de ante y cuero en negro y chocolate hicieron las delicias de un público aficionado a estos materiales. No en vano, en España se venden más prendas de ante que en ningún otro país del mundo. Sus pantalones, combinados con chaquetas en fieltro de lana azul eléctrico, resultaron una mezcla perfecta. Clase no falta.

Juana Martín, cambiando de su tercio histórico de trajes largos, mostró una colección austera, gris, con amplios hombros de silueta ochentera. No olvidó, no obstante, los lunares. Los recreó en una versión maximalista y racionalista, de corte telón de acero. Vestidos y abrigos acertados. Sería estupendo que volviera a dar de sí todo el arte que lleva dentro y que derrochaban sus históricos vestidos de gitana.

Y con su maximalismo habitual, Francis Montesinos ha colmado la pasarela con un espectáculo sin igual: guerreros con cascos de pinchos, diosas de inspiración egipcia, colores fuertes, oro, cadenas y una cantante en vivo. Solo faltaron los gigantes y cabezudos. Sus prendas, de tejidos brocados, replicaban las del mundo del toreo. Las muselinas, escotes y aberturas de falda, llevadas a cabo con gracia, llenaron de colorido y sensaciones el desfile del valenciano.

Curioso e intimista

Antiguamente, para pertenecer a la Cámara de la Alta Costura de París era necesario crear tejidos propios. Como antaño, Juan Vidal, nacido en una familia que se dedica a la confección, puede presumir de utilizar encargos hechos a medida de sus deseos. Tejidos de corte japonés, sedas impresas, viscosas laminadas, acolchados… Todo para recrear la vida de la bailarina en casa. Una bailarina cansada y de sport, vestida con acabados deshechos, botas con lazos y un sinfín de detalles. Responsable y exigente, Vidal ha presentado una colección curiosa e intimista.

El cierre, a manos de Ion Fiz, ha acercado el chic de las pistas y las fiestas de Saint Moritz a la pasarela de Madrid. Delicadas prendas aunaban el calor del visón con la ligereza del tul. Un guardarropa completo para Claudia Cardinale en su papel de princesa, en la película «La Pantera Rosa». Fiz, detallista, selecto y cuidadoso, ha encargado la peletería a Aurora Maroto. Los sombreros, fueron de nuevo realizados por Biliana Borissova, que entre otras cosas, se ha ocupado de los tocados que Isabel Coixet mostró en su última película presentada en la Berlinale. Nos gusta que los creadores cuenten con otros talleres especializados, tal y como hacían Christian Dior e Yves Saint Laurent. Una colección completa y brillante.

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