Don Juan Carlos y Doña Sofía, juntos en el último adiós a Miguel I de Rumanía
Los restos mortales del Rey ya reposan en el panteón familiar de Curtea de Arges
Curtea de Arges es una pequeña y pintoresca localidad del centro de Rumanía , situada a unos 155 kilómetros de Bucarest, cuna de las mayores joyas del arte bizantino rumano. Su catedral ortodoxa, dentro del recinto del monasterio de la ciudad, aloja el panteón regio donde desde ayer reposan los restos mortales de Miguel I de Rumanía , fallecido el pasado 5 de diciembre a los 96 años. Desde que el miércoles el féretro aterrizase en el aeropuerto de Otopeni procedente de Suiza, el país se ha volcado para honrar al último jefe de Estado superviviente de la Segunda Guerra Mundial, el Rey que se ciñó dos veces la corona. Casi 30.000 ciudadanos, a los que se les exigió vestir de oscuro y acudir sin cámaras de fotos, se han despedido de él en el Salón del Trono del Palacio Real de Bucarest, durante los últimos cuatro días. Ayer una nutrida representación de la realeza europea viajó a la capital rumana para asistir al funeral de Estado , como colofón de los tributos.
Don Juan Carlos y Doña Sofía no faltaron a la cita . Los Reyes solo se dejan ver en público en contadas ocasiones; la última fue el pasado noviembre en la entrega de la medalla Echegaray en la Real Academia de Ciencias Exactas. Pero no hay que olvidar que Miguel I de Rumanía siempre fue uno de los primos predilectos de Doña Sofía. «Las relaciones son excelentes. Aunque nos vemos muy poco. Nos acerca no sólo la proximidad familiar, sino el destino histórico. También la Reina Sofía sabe lo que es el exilio», reveló en una entrevista el antiguo monarca rumano, obligado a abandonar su país en 1947 a punta de pistola.
Junto a Don Juan Carlos y Doña Sofía, asistieron a las exequias los Reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, el Príncipe Carlos de Inglaterra , el Gran Duque Enrique de Luxemburgo, Ana María de Grecia (el Rey Constantino no pudo acudir) e incluso el cuestionado Príncipe Lorenzo de Bélgica, entre otros.
El servicio religioso en el Salón del Trono del Palacio Real comenzó pasadas las 10.25 horas de la mañana. Después, el ataúd se colocó en un catafalco en la plaza del Palacio Real, donde se celebró una breve ceremonia militar. Pasadas las 11 de la mañana, su primogénita Margarita de Rumanía, acompañada de su marido, el Príncipe Radu, y sus cuatro hermanas, Helena, Sofía, María e Irina , se unió al cortejo fúnebre junto a representantes de la Iglesia Ortodoxa Rumana. Las calles estaban abarratodas de ciudadanos que querían mostrar su cariño a la Familia Real, que goza de una gran popularidad. El país, una república desde hace 70 años, entabló con Miguel I de Rumanía una relación de reconocimiento y prestigio, hasta el punto de que obtenía en las encuestas más respaldo que la mayoría de los políticos.
Sobre las dos de la tarde, el cortejo se dirigió a la estación de ferrocarril de Baneasa. Allí el ataúd viajó durante tres horas en el tren real con destino Curtea de Arges. Tras un servicio funerario en la catedral del monasterio, tuvo lugar el entierro en la necrópolis real donde reposan también los restos de su mujer Ana de Borbón-Parma , fallecida en agosto de 2016. A este último acto solo se permitió el acceso a la Familia Real rumana y a las demás familias reales extrajeras, la mayoría de ellas parientes.
Su primógenita Margarita ejerce ya como como nueva Jefa de la Casa Real y Custodia de la Corona Rumana. Un momento para el que lleva preparándose desde hace décadas. «Sabe cuál es su deber y sus obligaciones y siempre apoyó y acompañó a su padre estos últimos años» , declaraba una íntima amiga a ABC.
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