GENTE
Delfina Entrecanales: «Mi vida está marcada por la muerte de mi hijo»
La octogenaria mecenas es distinguida con el Alfiler de Oro y recibe a ABC para repasar los hitos de su vida

Aunque Delfina Entrecanales de Azcárate (1927) reconoce que no le gustan nada las entrevistas –«las hago porque se empeñan en la fundación»–, a la hora de hablar es una mujer adorable que no borra la sonrisa del rostro ni busca la mirada cómplice de sus acompañantes para poner fin al encuentro. Todo lo contrario. Sentada en el hall del hotel Carlton de Bilbao, donde anoche le concedieron el Alfiler de Oro , máxima distinción de la asociación de mujeres empresarias Mujer Siglo XXI, a sus 89 años está fresca como una rosa y eso que la víspera se acostó casi a medianoche tras una cena donde se reencontró con algunos de los artistas que apoyó en sus comienzos , como son Txomin Badiola o Dario Urzay . «Cuando le dijeron que tenia que sentarse en la mesa de las autoridades políticas, dijo que ni hablar. Quería estar con los artistas y recordar viejos tiempos», cuenta su amigo Gustavo Egusquiza.
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Hija del ingeniero industrial José Entrecanales Ibarra (fundador de Acciona), a los 19 años decidieron enviarla a Oxford y ya nunca más volvió a España salvo para los viajes de visita. Allí creció, se enamoró, descubrió su pasión por el mecenazgo y crió a sus cuatro hijos. Los artistas que han pasado por la Fundación Delfina –cerca de 650 en los últimos 20 años– hablan de ella con un cariño que sólo da el roce y la buena relación. Además, «la abuela del arte» , como la bautizó el «Financial Times», es una mujer que por su mentalidad nunca hubiera encajado en la España de su generación. Esa actitud es lo que la mantiene joven y la hace ser la mejor confidente de sus nietos, que la adoran y con los que puede hablar de absolutamente todo.
—¿A los 89 se plantea empezar a bajar el ritmo de trabajo y viajes?
—En marzo estuve en Dubai y dije que era la última vez. Ahora iré a Estambul, pero ya se me hacen agotadoras las ferias de arte.
—¿Qué fue lo que la empujó a ayudar a cientos de artistas dándoles cobijo y comida para que pudieran pintar?
—Todo empezó cuando vivía en mi casa de campo de Inglaterra. Allí se reunían muchos músicos (como el grupo Pink Floyd) para tocar, pero era complicado. Me di cuenta que con los pintores todo era más sencillo: sólo necesitan un cuarto y unas pinturas.
—¿Qué se queda de sus artistas?
—Muchos recuerdos, momentos muy divertidos, pero nunca su obra. No soy coleccionista y eso es algo que muchos tampoco han comprendido, ya que pensaban que lo hacía para crear mi propia colección. Para mí resulta divertidísimo estar rodeada de artistas. Tengo una anécdota reciente de un pintor indio, que hoy es muy famoso y que hace un año me vio y me dijo que su madre acababa de morir y su alma estaba dentro de mí. Me quedé impactada.
—Usted ha sido una mujer muy avanzada y nada que ver con la mentalidad española de los años 60, fecha en la que se divorció de su primer marido.
—Me pude divorciar porque al casarme con un inglés tuve que renunciar a la nacionalidad española.
—¿Ha hecho siempre lo que ha querido?
—Sí, aunque no siempre consigues lo que quieres. De todas formas, mi vida está marcada por la muerte de mi hijo a los 17 años. Desde entonces ves la vida de otra manera, es algo con lo que tienes que convivir, pero a lo que nunca te acostumbras. Soy una mujer tremendamente familiar. Tengo dos nietos que viven conmigo y me gusta ejercer de abuela.
—¿Le gusta venir a España?
—Vengo muy poco y eso enfurece a mis hermanas. Realmente yo me siento muy inglesa.
—La Reina Isabel II le ha condecorado en dos ocasiones por su labor filantrópica. ¿El año que vine usted también celebrará sus 90?
—No será una fiesta como la de la Reina, pero si quiero celebrarlo a lo grande en el Museo Victoria con muchos de mis artistas, amigos y, por supuesto, la familia.
—¿Como es la vida en su fundación?
—Es un lugar donde todo el mundo se encuentra como en familia. A mí me ven fregar los platos y es que hay que predicar con el ejemplo.
—Lo normal en las señoras de su situación económica es dedicarse a las ONGs o trabajar en mercadillos con fines benéficos, pero usted apostó por los artistas dando muestra de su carácter rebelde.
—Siempre he sido una mujer rebelde, como cuando me casé con un inglés. Hoy estoy mas tranquila, aunque sigo pegando unos gritos de miedo porque soy bastante dura. Pero sé pedir perdón si hace falta, pues no soy nada orgullosa.
—¿Está al tanto de lo que pasa en España?
—Todos los días leo prensa española y ahora estoy enfurecida por lo que está ocurriendo con los partidos políticos, que no han sido capaces de llegar a un entendimiento.
—¿Qué hace para estar tan en forma?
—Soy de misa diaria desde hace años. Tengo mi padre espiritual, camino dos horas a diario, como muy poco, nada de carne, no bebo, no fumo, tengo una entrenadora personal y siempre estoy ocupada.
—A los 45 años se caso por segunda vez con un hombre de 20. Supongo le criticarían sin parar.
—Es verdad, pero nunca me importaron las criticas.
—¿Cree que aun podrá enamorarse? Piense que tenemos casos recientes de octogenarios como Vargas Llosa o el marques de Griñón que están tan ilusionados con sus parejas como si fueran adolescentes.
—Ya estoy al tanto, pero en mi caso ese capítulo está terminado.
—¿A qué tiene miedo?
—A nada y eso es lo que desespera a mi nieto, que no le gusta que salga a misa por la noche caminando sola.
—¿Se ha entendido con las mujeres de su generación?
-Nada. Ni con mis hermanas que eran mucho mas antiguas que yo.
—¿Los Entrecanales se reúnen alguna vez al año?
—Es muy complicado porque somos muchos. Piensa que sólo por mi rama somos 107.
—¿Qué sueño tiene pendiente?
—Quiero biznietos. Mi hermana, que tiene tres años menos, ya tiene seis y yo ninguno. No paro de decírselo a mis nietos, pero no me hacen caso.