Copla, reggaeton y «Suspiros de España» en la boda de Eva González y Cayetano Rivera
En un enlace divertido, emotivo y «muy de pueblo», Kiko Rivera fue uno de los protagonistas
![Kiko Rivera y Jordi Cruz, la mesa de la «cuchipandi», Eva y sus compañeros de MasterChef, María José Suárez y los novios después de comulgar en la iglesia](https://s3.abcstatics.com/media/estilo/2015/11/07/boda-cayetano-eva-gonzalez--620x349.jpg)
La llamada «boda del año», más allá de los enamorados novios, Cayetano Rivera y Eva González , contó con un protagonista. Y este fue Kiko Rivera , quien el pasado viernes se presentó solo en la iglesia de Mairena de Alcor (Sevilla), pueblo natal de Eva . Su actual novia, Irene Rosales , guarda reposo debido a su avanzado embarazo.
Cuentan que Kiko disfrutó como nadie un el banquete celebrado en la finca «Los Molinillos» y la posterior fiesta. Por algo tiene fama de ser el perejil de todos los saraos . Con su chaqué alquilado, y relajado y contento, el hijo de Isabel Pantoja lo dio todo en una fiesta que fue pura exaltación de la amistad y de la familia .
Pero antes, en el interior de la iglesia parroquial de Mairena de Alcor, hubo escenas muy emotivas . Junto al altar, a Eva se le escaparon las lágrimas cuando se mencionó a su padre, Manuel González , fallecido el pasado año. De una manera similar, aunque más contenido, reaccionó Cayetano al escuchar el nombre de Carmina Ordóñez, su madre, muerta en 2004 . La voz de Manuel Lombo puso la nota flamenca a la ceremonia, que en el aspecto musical, además, contó con un cuarteto de viento y un coro de niños . La misa se cerró con el pasodoble « Suspiros de España », del maestro Antonio Álvarez Alonso .
Las referencias a la canción española fueron una constante en el enlace de Eva y Cayetano. Por ejemplo, las mesas donde se iba a servir la comida (rabo de toro, arroz con bogavante, jamón ibérico...) se identificaron con títulos de la copla . Así, los 400 invitados se distribuyeron entre «Tatuaje», «Ojos verdes», «La bien pagá»... En una de esas mesas se agruparon las amigas de la novia, las autodenominadas «cuchipandi» , entre las que se encuentran María José Suárez , Elena Tablada y Elizabeth Reyes .
Enseguida llegó la fiesta, a la que Kiko Rivera se entregó en cuerpo y alma. Ejerció como DJ y estuvo en la cabina hasta las seis de la mañana dándole fuerte al reggaeton , mientras, micrófono en mano, no dejaba de transmitir sus felicitaciones a los novios. Vamos, que se vino arriba y no hubo quien lo bajara.
Otro que se entregó al canto fue el torero Enrique Ponce . Unos amigos mexicanos regalaron a Eva y Cayetano la actuación de unos mariachis, y con ellos se fue Ponce, que se arrancó por esas rancheras y boleros que tanto le gustan . Por cierto, su mesa fue la más taurina, dado que se acomodó con El Fandi y José María Manzanares . Con ellos se sentó un amigo de toda la vida de Cayetano, Julio Ayesa , que viajó desde su Navarra natal para estar en el enlace.
Solo los amigos
«Si no fuera porque había que estar todo el rato posando para la exclusiv a , diría que ha sido una boda de lo más normal, sencilla y divertida ... como tantas a las que he ido», comentaba uno de los invitados. Y es que los contrayentes, sobre todo Eva, son así. Sencillos y de su pueblo . Por eso no hubo caras famosas más que las de quienes son amigos de verdad. Desde las misses al chófer del novio, o su mozo de espadas. Sin florituras ni blasones . «Una boda de pueblo de toda la vida. Mucho brillo en los rasos de los vestidos y floripondios », añade. Y mucho flamenco y rumba para bailar.
Eva sorprendió con un segundo vestido, blanco y con la espalda al aire, y la melena suelta . Para los más marchosos, se habilitó una mesa gigante de golosinas y se repartieron manoletinas a las mujeres que no podían más con los tacones. Hambre no pasó nadie, pues de madrugada se sirvió una cena bajo la carpa instalada en el jardín.
En cuanto a los aciertos y desaciertos en el vestir, el veredicto está claro: las más elegantes fueron Paloma Cuevas y África Serra de Bohórquez . Cachondeo fino hubo al ver llegar a Fran Rivera a Mairena, con la chistera donde solo se esconden los centímetros de diferencia que le separan en altura de su mujer, Lourdes Montes .