El «regalo» del presidente a Celanova

Mariano Rajoy resitúa en el mapa a esta localidad orensana tras su paso esta semana

El «regalo» del presidente a Celanova abc

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Mariano Rajoy visitó el miércoles Celanova gracias a una piedra. La arrojó san Rosendo desde un monte cercano hace más de mil años. Cayó en esta localidad orensana y ahí decidió levantar un inmenso monasterio que continúa dejando boquiabiertos a quienes encuentran semejante obra barroca en un pueblo con menos de 6.000 habitantes . El presidente del Gobierno, «como buen gallego», conocía este antiguo convento y hasta allí se fue para responder a las preguntas de la prensa. «Es difícil que haya dado una rueda de prensa este año en un marco mejor que nuestro claustro», relata a ABC Antonio Piñeiro , responsable de Cultura de este municipio y que acompañó a Rajoy durante su excursión.

«Menuda catedral» , exclamaron algunos de los acompañantes de Rajoy. A él, en cambio, le sorprendió más «por sus pequeñas dimensiones (8,5 metros de largo por 6 de alto) y su estilo artístico con referencias árabes» la capilla de San Miguel , donde nunca había estado y a cuya salida fue fotografiado. «Su presencia ha hecho más para popularizarla en un solo día que nuestro trabajo de promoción de años», celebra Piñeiro. En Celanova pelean por intentar difundir una ruta que englobe «20 o 25 construcciones similares de esa época de la repoblación cristiana desde Galicia hasta los Pirineos» .

De los veranos que ha pasado en Galicia desde que llegó a la Moncloa , en ninguno Rajoy se prodigó tanto como en este, donde se le ha visto en familia, a nado en el río Umia , de caminata, de cañas... El jefe del Ejecutivo veranea en las Rías Baixas , pero se ha acercado hasta Mondariz , en Pontevedra; a Orde s , en LaCoruña; a la propia Celanova , y a Portomarín , en Lugo. Piñeiro explica que no fue el ayuntamiento quien le invitó. La propuesta llegó del entorno del presidente y, «más allá, del componente institucional, es un regalo que nos ha ayudado a situarnos en el mapa» , comenta al teléfono en sustitución del alcalde, de vacaciones fuera de España.

Rajoy fue uno más en las pocas horas que pasó en Celanova, pues repitió las costumbres de sus lugareños, orensanos que durante largo tiempo vivieron del campo, pero que hoy se dedican mayoritariamente al comercio y buscan en su patrimonio cultural la industria de la que carecen.

Uno más en la terraza

El vermú en Celanova se sirve en las tres terrazas en el espolón de una plaza mayor «con formas compostelanas», describe Piñeiro, que ve en el centro neurálgico del pueblo maneras de Obradoiro. Es aquí donde «disfrutan de la libertad que no tienen en Caracas» muchos de los emigrantes gallegos que en verano retornan a sus raíces desde Centroeuropa, Venezuela, México o Estados Unidos y propician «un ambiente más animado» .

Llegan también viajeros que recorren esta comarca y la Baixa-Limia, enorme extensión donde la historia ha cultivado durante siglos paisajes y culturas para capitanear ahora el turismo rural. Muchos visitan Celanova de día, pero pocos se quedan a dormir porque no tiene hotel y aquella idea de construir un Parador se quedó petrificada con la crisis económica.

Lo que sí tiene, porque eso en Galicia nunca suele faltar, es un buen restaurante donde sentarse. Y Rajoy no lo pasó por alto. En O Forno de Lito almorzó «buena carne y buen pescado» con otros cuarenta comensales de la zona. El bacalao se sirvió «a la portuguesa», encebollado y con patatas panaderas, aunque el gentilicio tiene más que ver con la especialidad de la casa que con el cercano país. Después, ternera de rubia gallega: «Aunque la ganadería ha ido a menos aquí, seguimos teniendo buenísimos pastos» . El bocado se empujó con ribeiro puesto que Celanova no es tierra de vinos.

Si Rajoy hubiera llegado a principios de agosto, podría haber participado en la Ramallosa , la fiesta donde Celanova oscurece para ser iluminada solo por música y farolillos que los vecinos confeccionan en busca del primer premio. Tampoco llegó a tiempo para procesionar con san Roque ni bailar con la orquesta Panorama, una de las tres formaciones punteras que configuran una afición muy gallega. Para otra ocasión tuvo que dejar igualmente el legado de los poetas Curros Enríquez y Celso Emilio Ferreiro , ambos celanoveses. Piñeiro tiene claro que «si el presidente se acordó de Celanova fue por algo» . Así que la puerta queda abierta para cuando quiera.

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