Los grandes amores de Lina Morgan
La actriz falleció a los 78 años, víctima de una lenta y fatigosa enfermedad
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«Lina fue mujer de gustos sencillos . No era como Marujita Díaz o Sara Montiel , a quienes les encantaban las joyas , las pieles, las casas, el arte... Para ella, ganar dinero fue la manera de cumplir un gran sueño: tener su propio teatro y ser la más taquillera. Nunca se preocupó de lo que ganaba, porque todo lo llevaba José Luis . No era ambiciosa». Así la define alguien que vivió de cerca los momentos de mayor gloria de quien fue la artista más rentable y popular de España, y que fallecía el pasado jueves después de muchos meses «oculta» , primero tras los muros del hospital Beata María Ana de Madrid y, más tarde, entre las paredes de su casa.
Estas frases guardan algunas de las claves para entender la personalidad de Lina Morgan, con dos ejes: José Luis , el más pequeño de sus cuatro hermanos y de quien dijo que fue «el amor de mi vida» ; y el teatro, el de La Latina , que compró en 1987 por 127 millones de pesetas y vendió en 2010 a las productoras Pentación y Focus por 6,5 millones de euros. En el camino quedaron las negociaciones con su buen amigo José Luis Moreno , quien deseaba quedarse con el teatro de Lina. Pero la falta de liquidez del productor, a pesar de las facilidades que le puso la artista, impidió la operación. «Este es el premio a toda mi carrera y aquí está mi futuro. Afortunadamente, no tengo que pagarlo de una vez, sino fraccionadamente con los ingresos que haga en la taquilla», explicó cuando adquirió el inmueble. Y la taquilla, literalmente, la reventó: día a día, función a función. «Soy la artista que más dinero ha ha hecho en España» , decía.
No exageraba: Lina Morgan ganó mucho, y supo conservarlo. El 15 de noviembre de 1996 se emitió por Televisión Española el primer capítulo de «Hostal Royal Manzanares» . Valerio Lazarov, propietario de la productora de la serie, decía en privado: «Lina gana una bestilidad». Al parecer, alcanzó los 40 millones de las antiguas pesetas por capítulo y se emitieron cuatro temporadas de entre 15 y 20 capítulos cada una. Andrés Pajares con «¡Ay, Señor, Señor!» e Imanol Arias con «Cuéntame» han sido los únicos en aproximarse, aunque de lejos (la mitad), a las cifras que ella se embolsaba.
Ahora, tras su muerte (cuya causa última se desconoce) y su icineración, todos se preguntán quien heredará tan cuantioso patrimonio. Hay quien apunta a que la ONG Mensajeros por la Paz, de su amigo el padre Ángel , recibirá un buen pellizco. Otros hablan de que su chófer y escudero en sus últimos años, Daniel Pontes , será quien maneje una fortuna que se cuantifica en unos 9 millones de euros. No en vano, Pontes era su tutor legal. Más que eso, su sombra, el hombre que levantó un muro infranqueable entre la artista y sus amigos más fieles cuando cayó enferma a finales de 2013 . Pero ahí está su familia, y en concreto sus sobrinos Julio, Emilio, Julia y Teres a , distanciados de su tía desde hacía años. No en vano, su ausencia en el velatorio del teatro de La Latina fue significativa. Solo su fiel Daniel Pontes estuvo junto al féretr o.
«Pese a todo, pese al abismo que parecía separarles, su familia siempre estuvo por encima de todo, así que no creo que haya olvidado a los hijos de sus hermanos» , explica quien estuvo en otro tiempo cerca de Lina Morgan. Quería a los suyos como a nada en el mundo: «Su madre, su hermana Julia, fallecida en diciembre de 2012, quien fue su mejor amiga y paño de lágrimas... y, sobre todo, José Luis», cuenta. José Luis López Segovia fue, tal vez, la persona a la que más quiso, quien siempre estuvo a su lado y quien la dejó destrozada cuando falleció hace diez años . «Ella hacía todo lo que él le recomendaba. José Luis no se casó, no tuvo pareja oficial, lo dio todo por su ella». De hecho, en una ocasión Lina dijo que «sin mis hermanos, no merece la pena vivir» .
Pero hubo en la vida de la artista otro gran amor, del que se hablaba en voz baja y cuya identidad ella jamás quiso hacer pública, pues era un hombre casado: el productor teatral Julián Esteban . «Fue un amor prohibido. Casi siempre se veían en privado, porque las circustancias así lo requerían. Pero cuando salían por la noche, por los locales de la capital, no se escondían. Yo les vi varias veces muy acaramelados . Estuvieron juntos mucho tiempo, hasta que Lina acabó con la relación. No dejó de quererle, aunque era muy celosa de su intimidad y, en el fondo, sabía que esa no era la vida que ella deseaba. Era lanzada, pero no quería esconderse» , explica esta misma fuente.
En muchos sentidos, la artista más popular del país fue una gran desconocida. «Podía haber vivido en urbanizaciones de lujo, darse una gran vida. Pero prefería su teatro, su casa del barrio de La Latina y, luego, del barrio de La Estrella» , explican. No era la más guapa, ni tenía las mejores cualidades como actriz –«pues Lina no es para tanto», comentaba maliciosamente una famosa compañera de profesión–. Pero fue la más querida por el público. «Sabía sacarse partido. Lástima que no hiciera lo mismo en los últimos años de su vida».
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