El Rey Saudí ya disfruta de su playa privada

La satisfacción de los hosteleros con la llegada del monarca contrasta con la indignación de los vecinos

El Rey Saudí ya disfruta de su playa privada

juan pedro quiñonero

Hace quince días largos se descubrió un «pastel» envenenado. François Hollande había autorizado la «privatización» de la playa inmediata a la residencia real saudí . El Rey Salman Bin Abdelaziz ordenó que unos albañiles franceses elevaran un discreto muro para convertir una playa pública en zona de recreo privado para el monarca saudí y su séquito.

El gesto del presidente Hollande fue poco apreciado por los lugareños, que se apresuraron a lanzar una campaña contra la privatización de una playa pública. Más de 100.000 personas han firmado un manifiesto de protesta , recibido con olímpico silencio por Hollande y el monarca saudí.

Varios grupos de protesta, ligeramente ilusos, pretendían manifestarse contra SM el Rey saudí y el gesto presidencial francés de la privatización de una playa pública. El prefecto de la región y varias comisarías se movilizaron con extrema celeridad, subrayando que las manifestaciones quedaban prohibidas y serían reprimidas si fuese necesario .

Desde el Elíseo, el espectáculo -pasablemente esperpéntico- del monarca saudí desembarcando en la Costa Azul, acompañado de un montón de esposas y un séquito de más de mil personas es interpretado como un detalle cordial y amistoso. El Rey de un país muy celoso de su religión oficial, musulmana, sabe apreciar la calidad y el «glamour sexy» de las playas de una Costa Azul que conoció otro tipo de veraneantes, de Zelda y Scott-Fitgerald a Pablo Picasso o Matisse. Por otra parte, privatizar durante quince días una playa pública es un detalle relativamente menor para el jefe de Estado de una potencia militar que no solo es una «aliada fiel»: Francia espera seguir vendiendo armas a Arabia Saudí, por valor de decenas de miles de millones de euros.

Inyección económica

La diplomacia de Estado y los gestos del presidente Hollande han encontrado muchos y poderosos aliados en la Costa Azul. Michel Chevillon, presidente de la asociación de gerentes de hoteles de Cannes, ha declarado: «Es una muy buena noticia para la hostelería y la economía local. El Rey de Arabia Saudí y su séquito tienen gran poder adquisitivo» . Isabelle Balkany, directora de una cadena de lencería sexy, añade: «Las chicas y señoras del séquito real son grandes compradoras. Llegan acompañadas de guardaespaldas. Y pueden gastarse varios millares de euros» .

Restauradores, cavistas, directores de cadenas de catering de lujo, propietarios de discotecas, las grandes marcas del lujo francés, bien instaladas en la Costa Azul, consideran que la visita del monarca Saudí es un «maná» caído del cielo . Un Rey saudí, varias esposas y un séquito de mil personas pueden salvar económicamente un veraneo amenazado por la crisis, los impuestos y la caída del turismo ruso.

Gran señor, el presidente Hollande recibe con callado respeto esas muestras de simpatía popular, que los lugareños menos afortunados deberán tragarse con patatas y mucha ensalada «niçoise», que es una ensalada tradicional (tomate, lechuga, anchoas, aceitunas negras y aceite italiano), cuyo precio ha subido vertiginosamente de 10 a 25 euros en las inmediaciones de la playa privatizada para solaz de SM Salman Bin Abdelaziz, cuya dietética es un misterio pagado al precio fuerte desde un banco con sede en Mónaco- Monte Carlo, que está a dos pasos.

El Rey Saudí ya disfruta de su playa privada

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