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Una herencia enjoyada
Un chalé de 2,5 millones de euros y joyas que superan el millón forman parte del legado de Díaz
![Una herencia enjoyada](https://s2.abcstatics.com/Media/201506/28/marujita-diaz--644x362.jpg)
En absoluta intimidad . Así han querido los pocos familiares de la artista Marujita Díaz que se despidiera de este mundo. Su ingreso en la clínica de La Luz fue tan discreto como su paso por el tanatorio de la M-30 o la incineración de sus restos mortales en el crematorio de La Almudena. Pocos, muy pocos, y es que había orden de que nadie se acercara al lugar . Se pensó hasta en borrar su nombre del panel informativo que se encuentra en la recepción del tanatorio para anunciar las salas de los velatorios. De esa manera se evitaba la entrada de curiosos o, lo que parecía ser peor, la presencia de medios de comunicación que querían informar del triste acontecimiento. Dicen que fue la propia Marujita la que dispuso ese secretismo en su final , en consonancia con la manera en la que llevó el cáncer de colon que sufrió hace unos años y que le trajo tantas complicaciones.
El estilo público de la folclórica contrasta con una familia que nunca ha tenido interés en salir en los medios y que hoy es la depositaria de su millonaria herencia –además de la Iglesia del Cristo de Medinaceli, del que era muy devota–. Su cuñado Honorio , viudo desde hace pocos meses de su querida hermana Emilia, es quien ha estado en los últimos tiempos a su lado , al igual que su única sobrina, Reyes , madre de un adolescente. Ellos son los herederos de una fortuna que Marujita supo hacer tacita a tacita.
El patrimonio de Maruja es el clásico de las folclóricas de antaño . Buenas joyas y buenos ladrillos . En la España de los años 60 y 70 conseguir un piso era el sueño de todo españolito, y lo primero que hacían las artistas que tenían éxito era comprarse una casa. Durante su matrimonio con Espartaco Santoni fue cuando Díaz hizo un buen patrimonio gracias al éxito de las producciones que rodaron juntos. Por eso pasó de un apartamento en la calle Costa Brava de Mirasierra (en ese piso «acogió» unos meses a su amiga Sara Montiel ) al chalé de «Piedras Negras» en la misma zona, y que ahora está valorado entre 2,5 y 3 millones de euros . Pero no fue la única propiedad. Cuentan que se encaprichó de una finca en Sevilla y la compró gracias a una valiosa esmeralda que Espartaco le regaló en su día . Dos pisos en la zona de Rios Rosas y un chalé en Torremolinos que luego vendió para que construyeran una urbanización (en esa venta también se negoció un piso nuevo), completaban su patrimonio inmobiliario.
Otra cuestión era el joyero de Marujita . Según fuentes conocedoras de lo que tenía, «las joyas de Maruja no eran tantas en cantidad como las que pudo tener Sara Montiel , pero sí eran muy buenas de calidad . Pocas piezas, pero mejores. Como el diamante talla esmeralda de doce quilates y de una pureza increíble que hoy podría rondar los 700.000 euros» , recuerda un íntimo de la folclórica, que solía referirse a sus valiosas piedras como «charcutería fina» restando importancia a unos aderezos que sí la tenían, y mucha. Precisamente de ese diamante circuló una leyenda que solía negar pero con la boca pequeña. Cuentan que tras separarse de Espartaco tuvo un «affaire» sentimental con un industrial vasco que por entonces estaba casado. Cuando terminaron su romance el acaudalado señor le envió una joya muy valiosa de la firma Sanz que Maruja no valoró tanto , puesto que le dijo que iba a ir a la joyería para cambiarla por otro diseño. Como de tonta no tenía ni un pelo se fijó en el citado diamante de 12 quilates que se llevó a su casa dejándolo anotado en la cuenta de su examante . Al enterarse éste del valor de esa pieza la llamó para que lo devolviera y ella le contestó con un «no será ni para ti ni para mí. Lo enviaré a la persona que realmente se lo merece» , en clara alusión a la esposa del empresario. Evidentemente el anillo no salió de su casa y ahí termina una historia que comentaban sus amigas y los joyeros de Madrid por más que Marujita, muchas veces muerta de risa, negaba sin que la creyeran.
Según su entorno, desde hacía unos años Marujita había empezado a materializar su patrimonio con el fin de obtener liquidez. Nunca quiso vender sus joyas en una subasta porque le importaba mucho el qué dirá la gente pero sí tanteó compradores para algunas de sus propiedades. Y es que sabía, seguramente mejor que nadie, que a la hora de repartir lo mejor es el dinero en metálico. Hoy su sobrina, gran beneficiada de su herencia, prefiere seguir al margen de la fama , y por eso parece que ni acudió al tanatorio para que la prensa no descubriera el rostro de quien hoy tiene el legado de quien fue una de las más relevantes folclóricas españolas.
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