Patricia Llosa, de fiel gobernanta del Nobel a tercera en discordia
Controló todo cuanto acontecía alrededor de Vargas Llosa para que él se volcase en la escritura
Patricia Llosa tenía 16 años cuando desembarcó en París, en compañía de su hermana Wanda, para estudiar francés . Una ciudad desconocida y gris para dos jóvenes aún no demasiado rodadas ante las adversidades que depara la vida. Pero allí estaba él, el primo apuesto e ilustrado Mario Vargas Llosa, dispuesto a descubrirles la capital del Sena . Se instalaron en la casa que el escritor compartía con Julia Urquidi, su esposa y también su tía. La complicidad entre Mario y Patricia se evidenciaba desde el primer día. Visitaban museos, acudían al cine, cuchicheaban, daban largos paseos... Todo ante la atenta mirada de la tía Julia, que contemplaba cómo su sobrina, con su inocencia y niñez, hacía tambalear los cimientos de su matrimonio.
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En mayo de 1964, los peores presagios de Julia vienen expresados del puño y letra de Mario en una carta desde Perú. «La vida que hemos llevado estos dos años es una prueba flagrante de lo erróneo que es cerrar los ojos ante la evidencia (...). Es verdad que estoy enamorado de Patricia, y sé que esto no es una novedad para ti».
Patricia y Mario se casan en una ceremonia religiosa un año después, en Lima. Sus cuñados se convirtieron en sus suegros y empiezan a vivir en París. Desde ese instante en que sellan su amor Patricia comienza a custodiar absolutamente todo. «Para hablar con Mario antes hay que pasar por Patricia, ella es la puerta de acceso a Mario», comenta un amigo de la familia.
Su carácter férreo y pertinaz la convierte en la secretaria perfecta, en la consejera más fiel y en la auténtica gobernanta de todo cuanto trasciende alrededor del Nobel. Ella se ocupa de la economía familiar, el cuidado de la casa, la educación de sus tres vástagos (Álvaro, Gonzalo y Morgana), todo está bajo su responsabilidad. Pero quizá la forma más directa de expresarle su amor es proporcionándole tiempo y tranquilidad para escribir. «Ella es quien administra el tiempo de Mario para que él sólo se dedique a la escritura. Ella le organiza la agenda, negocia las colaboraciones y contratos del escritor con medios de comunicación, con las editoriales y hace de filtro», comentan desde su entorno cercano.
Puñetazo a García Márquez
Y, cómo no, ella es también el centro de la discordia en el famoso puñetazo que Vargas Llosa le propinó a Gabriel Gracía Márquez en 1976 antes de entrar en una exposición a México. «¡Cómo te atreves a abrazarme después de lo que le hiciste a Patricia!» , le espetó al novelista colombiano.
Toda una maraña de conjeturas envuelve el desencuentro entre estos dos grandes de la novela hispanoamericana. Algunos apuntan a los celos por unos supuestos consejos que había dado García Márquez a Patricia cuando tenían problemas conyugales, por unas presuntas infidelidades del escritor. Desde su círculo más íntimo, en cambio, niegan que Mario sea un «tipo erótico». «No se le conocen aventuras y nunca ha sido el típico conquistador» . Aunque es innegable que tiene un «encanto social gigante que atrae a muchas mujeres».
Una atracción que deja ahora a su mujer como la tercera en discordia, tras la irrupción de Isabel Presyler . Patricia pide respeto y recuerda que hace una semana celebraban sus 50 años de matrimonio en Nueva York.