Los consortes de las nuevas «lideresas»

Damos, caballeros y hasta adanes. Dennis Thatcher y Joachim Sauer son los más conocidos maridos de mandatarias mujeres. Bill Clinton, después de ser presidente, puede acabar de primer caballero

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rosa belmonte

Néstor Kirchner bromeaba llamándose «primer damo» cuando su mujer, Cristina, alcanzó la presidencia de Argentina. Bill Clinton, que siempre será llamado presidente, estuvo en uno de los últimos programas de David Letterman en mayo y consintió en reírse de su previsible futuro como first gentleman (primer caballero), la expresión que se utilizaba para el marido de Geena Davis en la horrible serie donde ella era la inquilina principal de la Casa Blanca («Sra Presidenta», «Commander in Chief» en el original). Tiempo atrás, en el show de Rachel Ray, Clinton había dicho que no pensaba adoptar el título de primer caballero. Sugirió Adán, el primer hombre de la Biblia. También sugirió el término escocés first laddie (primer chaval, no ladilla). Con tanta memez, parecía el inventor de palabras de «La colmena» y consiguió que en «Saturday Night Live» se rieran de él y lo calificaran como primer tío. Da igual, a Bill Clinton le gusta que le digan de todo. En otro programa, el lechoso pelirrojo de Arkansas recordó a Jimmy Kimmel que le encantaba ser llamado «el primer presidente negro» («Pero Obama lo es de verdad», tuvo que aceptar). Si Hillary gana las elecciones nadie le va a quitar el mérito de ser el primer-primer caballero de Estados Unidos. Cosa que en español suena a película de Sean Connery y Richard Gere en Camelot. Lo único seguro es que el matrimonio Clinton no va volver al 1.600 de la Avenida de Pensilvania con ayuda de Monica Lewinsky. Ahora vota a los republicanos. Dice que los demócratas le dejaron mal sabor de boca.

En todo caso, Clinton (presidente bis) no será un consorte al uso. No será un hombre invisible como Joachim Sauer, el de Ángela Merkel. Tan invisible que Merkel es el apellido del primer marido de la canciller alemana. Quizá por eso se molestó cuando el ministro de Exteriores Guido Westerwelle lo saludó con un «buenos días, herr Merkel».

El mejor consejo para consortes de las que tiene que mandar lo dio Dennis Thatcher, marido de la premier británica y un tipo tan británico que daba la impresión de estar todo el rato comiendo riñones y pastel de ruibarbo: «Pasar inadvertido y conseguir que nadie escriba una línea de uno es la mejor manera de evitar problemas». Ya le habría gustado al marido de Manuela Carmena que nadie escribiera una línea de él. A Dennis lo que le gustaba era el petróleo, el golf (iba incluso a La Manga Club) y los gin tonics, eso que se ha convertido tontamente en la bebida nacional española (si volviera el Gurb de Mendoza lo pensaría). Dennis también metía mano en el gabinete, aunque su lema fuera «siempre presente, nunca ahí». Provocó el cese de tres ministros y convenció a Margaret Thatcher de su retirada. Era el consorte y marido perfecto: «Durante 40 años he estado casado con una de las más grandes mujeres que el mundo ha dado. Todo lo que yo he dado ha sido amor y lealtad». Y tenía gracia. Una vez le preguntaron quién llevaba los pantalones en casa: «Los llevo yo. Y también me encargo de lavarlos y plancharlos».

Joachim Sauer, una eminencia en química cuántica (decía Camba que los españoles iban a Alemania a hacerse sabios; ellos allí reciben como tales), casi no habla. Una vez lo hizo: «Hay razones para estar orgulloso de mi mujer por sus éxitos profesionales». Merkel se sorprendió al escucharlo. «Sí que ha tenido usted suerte», dijo al reportero. Dennis Thatcher era considerado el más sombrío marido de todos (o una sombra enamorada, como la película de Negulesco). Hasta que llegó el sabio alemán.

Cristina Kirchner insistía en ser llamada primera ciudadana en lugar de primera dama cuando su marido llegó a presidente argentino. Si Begoña Villacís se convirtiera (gracias a una carambola a lo «Borgen») en alcaldesa de Madrid, su marido sí que podría ser el primer ciudadano . Pero aquí, salvo calzonazos, nunca hemos llamado nada a los maridos de mujeres poderosas.

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