Shaila Dúrcal: «Están más centrados en gorduras y flacuras que en mi música»
La hija de Rocío Dúrcal vuelve a España para promocionar su nuevo disco y resolver asuntos legales de su herencia
Shaila Dúrcal (Madrid, 1979) llegó la semana pasada a España para presentar «No me interesa», un disco para el que se ha inspirado en historias de amor y desamor. Porque, como ella dice, el «amor es lo que mueve el mundo». Después de un año sin pasar por España –la última vez fue en abril de 2014, cuando murió su padre, Antonio Morales «Junior»–, aterriza «con muchas ganas» y justo cuando se ha procedido al embargo preventivo de un 33 por ciento de la finca de Torrelodones, la joya del legado de Rocío Dúrcal a sus tres hijos: Carmen, Antonio y Shaila.
—Hace unos días se hacía público el embargo de la casa donde usted y sus hermanos han crecido. ¿Qué van a hacer usted y su hermana?
—De algo me he enterado, pero la verdad es que no tengo mucha información. Me voy a poner con todo eso ahora y supongo que hablaremos toda la familia para arreglar todos los asuntos. Los detalles los saben los abogados. No tengo ni idea de nada, pero intentaremos encontrar la mejor solución.
—¿Cómo es ver pasar los días y que su padre no esté?
—Intento no pensarlo. Cuando falleció mi madre me preocupé mucho por mi padre porque no le gustaba estar solo y le daba miedo la muerte. Por eso, cuando se fue tan tranquilo, pensé que mis padres ya estaban juntos. Aquello me dio mucha paz, aunque le lloré durante muchos meses. Ahora estoy en otra etapa y le recuerdo con esa melancolía bonita. Ya no hablo con tristeza.
—¿Por qué no ha hecho carrera en España?
—Sí que he hecho, pero va por épocas. Antiguamente, México era un gran trampolín, pero ahora ya no es así. Todo consiste en tener buenas canciones y salir en la radio. En mi caso, hago lo que me da la gana. (Ríe). Es cuestión de tiempo y promoción más que de territorios. Además, en España los medios de comunicación están más centrados en gorduras y flacuras que en mi música o en mi trabajo como artista. Por eso, si aquí solo se está pendiente del cotilleo, los artistas se cansan y se van al extranjero, porque allí están pendientes de su talento.
—Supongo que se referirá a los rumores que decían que usted tenía problemas alimenticios...
—Sí, las cosas van a llegar a los medios, pero tienes que saberlo manejar. Si a mí me preguntan, yo lo digo entre risas y ya está, hay que saber confrontar ese tipo de temas y claro qué es lo importante.
—Ha participado en «La Voz Kids» de Colombia, ¿qué consejos le daría a todos los artistas jóvenes?
—Que les falta un camino enorme por cumplir. (Ríe). Y que esto solo es el principio, que tienen que tener unas metas y retos muy claros y ser fieles a lo que ellos quieren.
—¿Cree que habría tenido el mismo éxito en México de no ser por su madre?
—En mi caso ha sido diferente, porque adopté a esos fanáticos de mi madre, que son gente de su quinta. Luego he ido ganando seguidores más jóvenes y gente que me conoce por mí y no por mi madre. Es algo distinto porque ahora además estoy haciendo una música con otros elementos que habrá muchos seguidores de mi madre a los que no les guste. Hay que ir ganando adeptos y saber cuáles no te convienen, porque tengo muchos abuelitos que me siguen pero que no consumen mi música y a nivel de negocio ahí no hay lo que uno quiere. Lo importante es que se lo pasen bien y disfruten.
—Diez años dan para mucho, ¿qué anécdotas guarda en su mochila?
—El primer concierto que hice era una convención privada y se me quedó un tacón enganchado en el escenario, cuando intenté sacarlo se me quedó el otro. No me podía mover y tenía que bailar. Así que me empecé a reír y tuve que decirle al público que me iba a quitar los zapatos. Hay muchos recuerdos y momentos… algún día escribiré un libro.
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