Laura Ponte rompe con su socio y cierra su firma de joyas
La modelo no logra llegar a un acuerdo con Luis Feliu. «Quiere hacerlo por la vía pacífica», dicen
La modelo y diseñadora Laura Ponte y el empresario Luis Feliu de la Peña han han dado carpetazo a la empresa que montaron juntos y hoy andan distanciados e intentando disolver la sociedad que crearon al 50 por ciento. De no conseguir llegar a un acuerdo, tendrán que intervenir los abogados y hasta el juez de turno para zanjar las cuentas y dar el finiquito a lo que prometía ser un negocio redondo con mucha más vida de la que finalmente ha tenido.
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Cuando a finales de 2010 la exnuera de la Infanta Doña Pilar daba a conocer esta unión, nada hacía presagiar que el proyecto no iba a aguantar ni cinco años. Laura siempre ha sido una mujer inquieta, con una sensibilidad especial para el arte y un talento que la hace diferente. Fue probando distintos palos, la decoración le interesaba y hubo firmas que apostaron por sus montajes, y su casa siempre fue pasto de los fotógrafos de las revistas de decoración donde gustaba su manera de crear tendencias. Pero su inquietud iba a más, pasaba por el dibujo y culminaba con los diseños de sus joyas que soñaba algún día ver en los brazos o cuellos de otros. En esas llegó alguien fascinado por su talento, y ya se sabe que para cualquier artista resulta muy alentador que otro quiera invertir en su obra. Experto en diamantes -durante trece años ejerció como «diamond dealer»-, Feliu de la Peña es licenciado en ADE y ha aprendido el oficio en Amberes e Israel, sin duda los dos focos fundamentales del mercado de estas gemas. Junto con Laura creó la firma Luby y Lemerald (jugaron con sus iniciales y dos piedras preciosas), en una sociedad donde ambos arriesgaban el mismo capital, ya que iban a medias. Se supone que el dúo se complementaba: Ponte aportaba la parte creativa y Feliu de la Peña se encargaba del negocio en su versión administrativa. Sonaba bien y hasta abrieron un espacio donde invitaban a otras firmas a presentar sus colecciones y a organizar sus ventas.
Desacuerdos
Pero, como casi todas las relaciones de pareja, la cosa fue bien mientras duró. Aunque los terrenos estaban delimitados, siempre quedan decisiones intermedias que hay que tomar de mutuo acuerdo, y es cuando empezaron los problemas. «No estaban de acuerdo con la gestión, tienen formas distintas de ver y entender el negocio, y es ahí donde empieza el conflicto», dice una persona cercana a ambos. Por eso desde hace un tiempo se están dando los pasos para disolver esa empresa y seguir cada uno por su camino.
Todo sería fácil de no existir una inversión, un stock, unas cuentas y un finiquito que solucionar. «Laura quiere hacerlo todo por la vía pacífica», asegura esa misma fuente. Eso explica que no quiera hablar del asunto con los medios. Tampoco su socio se muestra dispuesto a contar mucho. En conversación telefónica niega cualquier discrepancia y reitera que «la mediática es Laura». «Ponte piensa que estos finales es mejor resolverlos por la vía discreta y a ser posible sin necesidad de que un juez intervenga. Pero ya han pasado tres meses y aún no hay final», añade la misma fuente.
Que el sueño se desvanezca y se cierre el negocio no implica que Laura no pueda seguir dedicándose a sus creaciones. «Por suerte, no puso su nombre en la sociedad, por lo que puede utilizarlo si quisiera lanzarse en solitario», dice un conocido.
Lo cierto es que las joyas de Ponte tenían su espacio y su público. Ahora está centrada en pasar página y en concentrarse en su trabajo artístico en un taller de Carabanchel, donde comparte mesa de trabajo con otras cuatro artistas. Seguramente de esta experiencia se lleva una lección bien aprendida, y es que la próxima vez que se lance a una aventura empresarial lo hará en solitario. Puestos a ser prácticos, hay quien la tranquiliza comentando que una experiencia así hay que asumirla como un máster, ya que aprendes rápidamente lo que no quieres volver a hacer.