El Monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches, la última morada de los Alba
El padre de Cayetana Fitz-James Stuart mandó a construir el panteón familiar en 1909. Allí descansan Luis Martínez de Irujo y Jesús Aguirre, los dos primeros maridos de la aristócrata
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La Hermandad penitencial de Los Gitanos ha confirmado que los restos mortales de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva , XVIII duquesa de Alba de Tormes, descansarán en la antigua Iglesia del Valle, en la calle Verónica de Sevilla. Doña Cayetana financió los trabajos de restauración del espléndido templo, sede canónica de la famosa Hermandad, y pidió que sus cenizas sean depositadas a los pies del Cristo de los Gitanos . Sin embargo, la Casa de Alba dispone de un panteón privado a cientos de kilómetros de allí.
El templo se encuentra en Loeches, una pequeña población entre Alcalá de Henares y Arganda del Rey, anejado al Monasterio de la Inmaculada Concepción, perteneciente a la orden de las Dominicas Recoletas y conocido por los lugareños como «el convento grande». El monasterio, fundado en 1640 por Gaspar de Guzmán y Pimentel, I conde-duque de Olivares, fue remodelado por el padre de Doña Cayetana, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó , a comienzos del siglo XX. De hecho, Jimmy Alba mandó a construir allí mismo una capilla para su familia, en 1909. El autor del panteón de los Alba, el arquitecto Juan Bautista Lázaro de Diego, proyectó una luminosa y amplia capilla con ábside trilobulado, donde se componen hileras de sarcófagos en mármol negro con inscripciones en bronce dorado.
El edificio, que está inspirado en el Panteón Real de San Lorenzo de El Escorial, alberga los restos de los dos primeros maridos de la duquesa -Luis Martínez de Irujo y Jesús Aguirre- y de sus padres. Allí también yacen los abuelos y otros familiares de la duquesa. Sin duda, la joya del panteón es el mausoleo de Francisca de Sales y Portocarrero, XIV duquesa de Alba y hermana de la Emperatriz Eugenia de Montijo , obra de Charles-Alphonse-Achille Gumery.
Gregorio Marañón, en su libro «El Conde-Duque de Olivares. La pasión por mandar», describió el Monasterio de la Inmaculada Concepción de Loeches como «un edificio modesto, de un solo piso con cuadras subterráneas, como era costumbre entonces, el exterior humilde sin el menor adorno, y el interior también; con un zócalo de Talavera que recorre todas las habitaciones, algún tapiz viejo y una gran huerta».
Durante la Guerra Civil española el Monasterio y el panteón se transformaron en cuartel y, gracias a ello, los sepulcros no fueron profanados (cosa que no ocurrió con los mausoleos de la Sacramental de San Isidro en Madrid). Cuenta la leyenda que la cripta de los Alba incluso llegó a albergar todo el oro del Banco de España en algún momento de la contienda.
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