Familiares y amigos cobijan a la duquesa de Alba en sus horas más difíciles

La aristócrata de 88 años sufre una neumonía y complicaciones en varios órganos vitales

Familiares y amigos cobijan a la duquesa de Alba en sus horas más difíciles efe

beatriz cortázar

Instalada en su dormitorio de la Casa de las Dueñas , con su marido al lado y con sus seis hijos, nietos, los amigos íntimos y hasta sus exnueras, la duquesa de Alba lucha por mantenerse viva en lo que ya nadie duda son sus últimas horas. Aquejada de una neumonía y con complicaciones en órganos vitales como el riñón, Cayetana Alba ha conseguido lo que siempre repetía en los últimos tiempos: «Dejadme en mi casa si me pasa algo». No quería ir a ningún hospital y de ahí que hoy viva esta fase en su cuarto, en su casa, rodeada de sus recuerdos y sin la angustia de encontrarse en medio de una UCI. «Está tranquila, de vez en cuando abre los ojos, el corazón sigue luchando» , comentaba una de sus amigas tras visitarla. Son los momentos más duros y delicados y de ahí que todos salgan con los ojos empañados de lágrimas tras saber que se están despidiendo de la duquesa.

Atendida por las enfermeras y con todo lo necesario para convertir su cuarto en una habitación de un hospital, Cayetana no está sufriendo. Y eso es lo más importante para todos. Fuera de su cuarto hay un trajín de gente, familiares y amigos, que saben de la gravedad del momento e intentan controlar los nervios lógicos que una situación así despierta. Su única hija, Eugenia Martínez de Irujo, está abatida.

Muy tristes están las exnueras de la duquesa, María Eugenia Fernández de Castro, que acudió con sus hijos Jacobo y Brianda y su nuera Asela, así como Genoveva Casanova, con quien Cayetana almorzó en su casa de Madrid hace apenas un mes. Hoy tenía un acto promocional que lógicamente ha suspendido. También su exnuera Matilde Solís llegó a Dueñas con su hijo mayor. Jacobo e Inka Martí, Fernando, Alfonso… y cerca de Cayetana siempre su esposo, Alfonso Diez, que no ha dejado de llorar desde que entendió que esta vez Cayetana no iba a poder dar una remontada de las suyas.

Por la mañana fue el cura Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp quien se sentó cerca de la cama de Cayetana para rezar con ella. Él sabe mejor que nadie cómo la duquesa ha necesitado siempre encontrarse en paz con Dios. Por eso su deseo de poder casarse por la Iglesia con Alfonso Diez. Aunque a muchos les parezca curioso en la vida de una mujer que rompió moldes, la idea de convivir con su pareja era algo que nunca aceptaba. Quiso celebrar su unión como Dios manda y de ahí las largas conversaciones con su asesor espiritual. «Mi madre se va apagando», dijo su hijo Cayetano. «Está muy débil», añadió otro familiar. «La he visto tranquila», aseguró una de las hermanas Cobo al salir. Todos saben que es cuestión de tiempo pero hasta ese momento también saben que Cayetana luchará como siempre lo ha hecho.

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