Máxima de Holanda reinventa el new look de los 50 en Japón
La visita de la Reina de los Países Bajos ha sido un verdadero espectáculo de estilo
En la visita oficial de los Reyes de los Países Bajos a Japón, sus pobres «víctimas» han sido esta vez la Emperatriz Michiko y la Princesa Masako, dos hormiguitas comparadas con su «grandiosa» majestad holandesa. Michiko y Masako, en una demostración de respeto y de gentileza, han utilizado un atuendo europeo de estilo algo retro. Está claro que desde que Hirohito decidió adoptar el vestido occidental para integrarse en el mundo tras la Segunda Guerra Mundial, se marcó un antes y un después en la sociedad nipona. Antes habría sido impensable que en una visita oficial la Familia Real japonesa luciera ropa occidental.
Máxima, impresionante, el pasado miércoles parecía sacada de un «figurín» de los años 50, cuando se puso de moda el mullido y exagerado «New Look» de Christian Dior, que consistía en utilizar de nuevo metros y metros de tela. Tras años de restricciones en los 40 de la posguerra, con trajes de chaqueta y falda estrictos y sin volumen, las faldas se ampliaron, se crearon pliegues y vuelos , y se ajustaron los vestidos en la cintura. En realidad, se trataba de la silueta más femenina de todos los tiempos, aunque quizá sea algo cansina. Para rematar el look de los años 50, la Reina Máxima llevaba uno de sus turbantes de inspiración africana -no olvidemos las colonias holandesas africanas que influyeron en el estilo de los Países Bajos ni las colonias repobladas de esclavos como Surinam-. Son turbantes imposibles que a cualquiera le sentarían como un tiro, pero que a ella le quedan de maravilla y le otorgan ese aire «regio» que tanto les gusta a las reinas del norte de Europa.
Ni que decir tiene que, como en otros viajes importantes, Máxima eligió el naranja, color nacional de su país y de la Familia Real holandesa, que es la dinastía Orange (naranja), descendiente de Guillermo de Orange (Willem van Oranje-Nassau, 1533-1584), enemigo acérrimo de la Corona española.
Máxima, a quien se le presupone una gran amistad con la princesa Masako, coincidió en su atuendo con la discretísima nipona. Masako, que sale un par de veces por década del Palacio Real, aquejada de una depresión claramente unida a su propio aislamiento, ha vuelto a resurgir. Tras visitar Holanda hace año y medio por petición de la propia Máxima, con motivo de la entronización del Rey Guillermo de los Países Bajos en abril del 2013, Masako ha recibido ahora a los Soberanos holandeses en su propio terreno. Detallista y delicada, ha homenajeado a Guillermo y Máxima vistiendo también de naranja holandés, con sombrero tipo casquete del mismo color. Se convirtió así en la versión «mínima» de Máxima.
Ayer, durante el transcurso del día, la Reina Máxima lució otro espectacular traje de falda y top con volante, muy en la línea de los que utiliza últimamente, aunque muy distinto del conjunto naranja del día anterior. En este caso, se trataba de un combinado verde claro acompañado de pamela, bolso de mano y zapatos peep-toes de color morado, que contrastaba con fuerza. Máxima sabe dejar su huella «Real»en los cinco continentes.
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