Candeleda, «la Andalucía de Gredos» que desafía todo lo que imaginabas de Ávila
«En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel, la albahaca y el botón de la rosa francesilla, el fragante dondiego que unos nombran donpedro y otros dicen donjuán, el nardo y el jazmín», escribió al respecto el Premio Nobel Camilo José Cela
La aparatosa Sierra de Gredos guarda la espalda de Candeleda para otorgar a este peculiar pueblo de Ávila –esa tierra que la gente vincula al frío seco y a la dureza de sus murallas– un clima extremadamente benévolo . Hasta el punto de que los lugareños se atreven a anunciar su tierra como «la Andalucía de Ávila». A poco menos de 200 kilómetros de Madrid, Candeleda es una gran elección para pasar el fin de semana. Basta coger el coche o cualquiera de las tres líneas de autobús que arriban desde Madrid para trasladarse en cuestión de dos horas a sus piscinas naturales y a disfrutar de su florido casco urbano.
El epicentro de cualquier visita debería empezar en la Plaza del Ayuntamiento , que da morada a uno de los museos más originales de España, el dedicado al Juguete de Hojalata «Casa de las Flores» . El museo alberga más de 2.000 piezas de juguetes de hojalata y cuenta, además de con una cafetería recientemente abierta, con unos balcones repletos de macetas cuya construcción original data de 1862. « En los balcones volados de Candeleda crecen el geranio y el clavel , la albahaca y el botón de la rosa francesilla, el fragante dondiego que unos nombran donpedro y otros dicen donjuán, el nardo y el jazmín», escribió al respecto el Premio Nobel Camilo José Cela en «Judíos, moros y cristianos», un libro de viajes en el que el autor relata su visita a Candeleda hacia el año 1955. Así, el fértil clima de Candeleda, húmedo y soleado, y la variedad de su flora convierte sus calles en un lugar perfecto para fingir perderse varias horas.
En dirección a la iglesia principal –un edificio perteneciente al gótico arcaico y rústico de finales del siglo XIV y principios del XV– merece la pena hacer un alto en otro lugar con connotaciones religiosas y una profunda historia, la Casa de la Judería (en la calle de la Amargura nº 14 ), que, a pesar del nombre, albergó en el pasado la antigua Casa de la Inquisición y ahora funciona como un espacio para dar a conocer la cultura y la gastronomía tradicional. Para los estómagos inquietos que se preguntan a qué gastronomía nos referimos, la candeledana destaca por la fama de su cordero lechal , de raza Castellana , su cabrito, su queso elaborado con la leche de las cabras que pastan extensivamente en el término municipal, desde el Tietar hasta la Sierra de Gredos , y su amplia oferta de frutas y hortalizas de la zona. Como condimento, y a modo de firma de la casa, se emplea en la mayoría de platos el pimentón de La Vera elaborado al modo artesanal también en la localidad abulense.
Una plaza sin castillo, pero con palmeras
Tras visitar la iglesia y merodear la desafiante hilera de olivas que conducen al cementerio, lo más recomendable es desandar el paseo por las calles del Moral y de la Corredera , donde se puede contemplar un conjunto de Casas Entramadas –construcción tradicional del Valle del Tietar y de la Comarca de la Vera–, en cuyas fachadas se encuentran las tradicionales solanas retranqueadas o voladas, que en tiempos pasados fueron utilizadas como secadero de higos, castañas y otras especies frutales típicas de Candeleda. El destino final, como la mayoría de los caminos que trascurren por Candeleda, es la Plaza del Castillo , que funciona como punto álgido de la localidad y donde no merece la pena gastar energía buscando lo obvio: allí no hay ningún castillo.
Durante siglos, la fortaleza de los Condes de Miranda presidió el lugar e incluso sirvió su silueta al escudo del pueblo. Hoy, a falta de Castillo, la plaza tiene sus protagonistas en la emblemática rotonda presidida por u na escultura de una Capra Hispánica , el pilón, que nunca puede faltar en ningún pueblo castellano, y un grupo de imponentes palmeras que ocupan, bajo la atenta mirada del Pico Almanzor , lo que en otro tiempo fue la fortaleza de los Condes de Miranda . El pueblo, de hecho, está repleto de palmeras a modo de advertencia de que Ávila es algo más que murallas.
Candeleda sabe aprovechar muy bien su condición de segunda localidad más extensa de la provincia de Ávila, solo por detrás de la capital. Una parte del término municipal de Candeleda está incluida dentro del parque Regional de Sierra de Gredos , que cuenta con gran diversidad de fauna autóctona como la salamandra del Almanzor, el sapo de Gredos, el topillo nival abulense o la cabra montés de Gredos. El resto de la fauna incluye especies de aves como el águila imperial y la cigüeña negra. Asimismo, el paso de las templadas aguas de la garganta de Santa María permite el baño en piscinas naturales y pequeños charcos dispersos por la geografía candeledana. Sin necesidad de coger el coche, las piscinas de El Palomas y El Carreras se encuentran en la zona alta del pueblo, una vez recorrido a pie un camino que hace las veces de paseo marítimo con sus chiringuitos incluidos.
El Raso estuvo poblado por los Vettones, de origen celta, durante la Segunda Edad del Hierro
A pocos kilómetros de Candeleda y también bajo su término municipal, se encuentra la pedanía de El Raso, que hunde sus raíces históricas en los tiempos previos a la llegada de los romanos a la Península . El Raso estuvo poblado por los Vettones, un pueblo de origen celta, durante la Segunda Edad del Hierro, como así lo atestiguan los vestigios encontrados en las excavaciones del Castro Vettón ubicado en esta pedanía. La visita a este castro, que es de los yacimientos arqueológicos más completos de la protohistoria de la meseta castellana, es de entrada libre. A la vuelta del Raso, el Puente de los Riveros ofrece otra media docena de charcos donde bañarse.
Además de Camilo José Cela y otros literatos españoles, el clima y las virtudes naturales de la región han atraído el caprichoso interés de varios importantes políticos británicos a Candeleda. John Roy Major –el Primer Ministro del Reino Unido que sucedió a Margaret Thatcher – fue homenajeado hace un par de años por el consistorio de Candeleda, entonces con José María Monforte como alcalde, por su estrecho vínculo con el pueblo. En 1989, el inglés y su mujer, Norma, estuvieron por primera vez en la villa abulense y desde entonces no han dejado de repetir sus visitas con asiduidad, alojándose siempre en la finca de su amigo, el también influyente político, Lord Tristán Garel-Jones y su esposa, Catalina Garrigues .
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