Ordeñado de cabras y viajes en burro: la fórmula con la que Madrid quiere seducir a los turoperadores
La región ofrece ideas originales para atraer a los viajeros más cultos y que más gastan
Ver un colmenar tradicional en La Hiruela , visitar unas bodegas en Colmenar de Oreja, o hacer una cata de queso de cabra Guadarrameña son algunas de las experiencias que ofrece Madrid al «turista cosmopolita» de alto poder adquisitivo que viaja por medio mundo y busca algo más en sus visitas, una oferta personalizada o «a la carta». Para conseguir que ellos vengan, los responsables del turismo regional primero se lo han enseñado a los principales turoperadores del sector.
Porque una imagen vale más que mil palabras, los 138 turoperadores que llegaron a Madrid el miércoles desde 23 países de cuatro continentes distintos han podido disfrutar en primera persona durante el fin de semana de algunas de estas experiencias en diferentes puntos de la región. La idea era seducirles para que luego ellos traigan hasta aquí a ese segmento de turistas cultos y propensos al gasto que se disputan las principales capitales del mundo.
La iniciativa arrancó de Turespaña , la empresa pública nacional de turismo, que este año se ha aliado con la Comunidad de Madrid y ha centrado aquí la actividad. «Intentamos identificar a los turoperadores que nos interesan, buscando el perfil de turista cosmopolita, que viaja con frecuencia ,es más propenso al gasto y crea tendencia en su entorno», explica Marta Blanco, directora general de Turismo de la Comunidad de Madrid.
A este largo centenar de operadores turísticos se les ofreció primero una jornada de trabajo, con más de 1.700 entrevistas breves con empresarios de la gastronomía , el ocio, las compras, los museos, y con representantes institucionales de los destinos a los que se les quiere atraer.
Luego, durante dos días, los profesionales del sector turístico pudieron elegir entre decenas de experiencias por Madrid. Los orientales se decantaron por visitar el Hayedo de Montejo –que pudieron ver en todo su esplendor tras el fuerte chaparrón que cayó sólo unas horas antes–, por ver un colmenar tradicional y un molino en La Hiruela, o la muralla medieval de Buitrago.
Los europeos prefirieron un plan muy ecológico : la ruta de senderismo con burros, u ordeñar cabras, planes que la lluvia redujo a un sabroso plan B: la degustación de quesos artesanales y la experiencia de una cata de cervezas ecológicas La Gabarrera .
Un grupo de operadores que mezclaba americanos, asiáticos y europeos eligió visitar las bodegas de Colmenar de Oreja y, desde allí, acercarse en bicicleta a la siempre deslumbrante Chinchón. Y así, con la región convertida en un pequeño Babel, todos se llevan en la maleta experiencias personalizadas que traigan hasta Madrid turismo de calidad.
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