Casa Ciriaco: del atentado contra Alfonso XIII a las tertulias literarias de «Los amigos de Julio Camba»
El emblemático restaurante lleva más de cien años recibiendo entre sus comensales a toreros, literatos, políticos y monarcas
Francisco Chicharro García todavía recuerda el día que le temblaba el pulso cuando tuvo que servir al rey Don Juan Carlos. El monarca acudió a Casa Ciriaco con sus compañeros de su promoción y el entonces joven Paco, como le conocen en esta casa, era uno de los camareros que sirvió su mesa. Cuando se fueron a hacer una foto juntos, la cámara se estropeó, un detalle que no olvidó el Rey y en su siguiente visita al restaurante buscó al camarero para poder sacar la imagen que hoy Paco conserva en su casa. A lo largo de más de cuarenta años ha servido a muchos rostros conocidos, sobre todo políticos, toreros y artistas. «Lo que yo he visto y oído en esta casa….», reconoce a ABC. Historias que guarda con él, por lealtad a sus clientes, una actitud que no es sino el reflejo del trato familiar que reciben todos los comensales.
Paco es el gerente de la sociedad de tres personas que posee ahora el restaurante. Este local comenzó siendo un almacén de vinos o tienda, e 1987, con Antonio Fernández como dueño. Se sabe que en 1923 la licencia pasa a manos de los hermanos Pablo y Ciriaco Muñoz Sanz que llevaban trabajando desde 1917 en el establecimiento. En 1929 abren el restaurante y comienzan a utilizar el nombre Casa Ciriaco. Y más tarde se quedarían los camareros Ángel y Godofredo Chicharro, tíos de Paco, como responsables del negocio.
El edificio en el que se encuentra (Calle Mayor 84) tiene por sí solo mucha historia. Anteriormente le correspondió el número 88 y se llamaba Casa Baliñas hasta que en 1906 se pasó a llamar La casa de la bomba porque desde un balcón de este edificio lanzó el anarquista Mateo Morral la bomba , camuflada por un ramo de flores, contra los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia el día de su boda (31 de mayo de 1906). «Cada uno me cuenta una historia de lo que pasó, sacan sus propias conclusiones», afirma Paco. «He escuchado tantas cosas, algunas contradictorias, que ya no sé si son verdad», añade.
Pero además de este hecho que hizo sin duda crecer la curiosidad por conocer la zona donde ocurrió el atentado (aunque Casa Ciriaco como tal no existía), esta casa se hizo famosa por sus comensales. Entre ellos, diversos personajes de la cultura madrileña como el dibujante Antonio Mingote que diseñó el sello de la casa . Además presidió la tertulia literaria «Los amigos de Julio Camba». Una tertulia que se mantiene, la tercera semana de cada mes. «Llegaron a ser 70 y ahora depende, a veces son una veintena, aunque muchos han muerto», comenta el gerente. Otros clientes famosos fueron el pintor Ignacio Zuloaga y los toreros Domingo Ortega y Juan Belmonte . También acudían los críticos taurinos como Vicente Zabala. El pintor Zuloaga estuvo allí cenando por última vez el 25 de octubre de 1945, y falleció poco después, el día 31.
Angulas y huevos fritos
El rey Don Juan Carlos ha estado en varias ocasiones y el rey Felipe VI como príncipe. «A Don Juan Carlos le gustaba comer angulas, cuando se podía y un par de huevos fritos con patatas », revela Paco. Conserva todavía un puro que le dio Manuel Fraga Iribarne, «tiene tantos años que ya no debe saber a nada, pero le tengo como recuerdo». Y en las paredes hay fotografías de los muchos amigos que han estado allí, como las hermanas Hurtado o Matías Prats padre. Paco recuerda los años en los que trabajaba con sus tíos (su padre no se dedicó al negocio) y había entre las mesas jugueteando un gato. «La verdad es que no había ningún gato pero a los clientes con los que teníamos más confianza se les hacía cosquillas por los pies y les decíamos que era un gato», comenta entre risas.
Entre las especialidades de la casa se encuentra la pepitoria de gallina, los callos y la perdiz con judiones . Amparo sigue coordinando la cocina, en donde comenzó trabajando muy joven con su hermana, la anterior encargada. En la taberna se mantienen los chatos del vino de Valdepeñas (que antiguamente llegaba en pellejos) y el vermú acompañado de empanadillas, tortilla u otro pincho. A la hora de la comida es cuando hay más movimiento en Casa Ciriaco, muchos políticos por la zona en la que se encuentran. Cierran los miércoles y entre semana tienen un menú de 15 euros y los fines de semana de 20 euros, además de los platos a la carta.
Desde hace uno años notan menos movimiento por la noche, la zona está más tranquila. Paco sigue ilusionado con el negocio en el que trabaja desde muy joven pero cree que una vez él se jubile, Casa Ciriaco desaparecerá . Trabajan cinco camareros, y otras cinco personas en cocina, y él es el empleado más antiguo. Ha cambiado mucho el oficio, en esta casa llegó a trabajar de 9 de la mañana a 3 de la tarde, y ahora no es fácil encontrar profesionales. Pero en Casa Ciriaco pocas cosas han cambiado, el trato sigue siendo familiar, la comida mantienen las recetas centenarias y el local se mantiene igual.
Noticias relacionadas