Emilio Contreras
La sorpresa del 15-J
El 75 por ciento de los encuestados se mostraba favorable a la legalización del Partido Comunista, pero solo un 10 por ciento afirmaba que lo votaría en unas elecciones
Hacía cuarenta y un años y cuatro meses que los españoles no habían votado en unas elecciones libres. Y aunque los sondeos avanzaban algunos posibles resultados, la expectación y la incertidumbre eran compartidas por los observadores internacionales, los periodistas españoles y los dirigentes políticos. A medida que pasaban los días de campaña las encuestas adelantaban que UCD se acabaría imponiendo a Alianza Popular . El resultado de las elecciones del día 15 de junio de 1977 lo confirmó con 165 diputados para el partido de Adolfo Suárez y 16 para el de Manuel Fraga. La sorpresa fue relativa.
Pero sí lo fue en la izquierda. Bien es cierto que el gobierno contaba con una serie de sondeos que desde principios de 1977 estaba haciendo el Instituto de la Opinión Pública -antecesor de CIS- dirigido por el catedrático Juan Díaz Nicolás, en los que de forma reiterada -tres veces al mes- el mensaje de la ciudadanía era doble e invariable: el 75% de los encuestados se mostraba favorable a la legalización del Partido Comunista , pero solo un 10% afirmaba que lo votaría en unas elecciones. De manera que Adolfo Suárez y sus colaboradores más cercanos no se sorprendieron cuando el día 16 de junio se supo que el partido de Carrillo solo había conseguido el 9,33% de los votos y 20 diputados frente a los 118 del PSOE.
La decepción de los comunistas fue enorme. Les resultaba casi imposible aceptar que el PCE, que durante tantos años había liderado la oposición clandestina de izquierdas al franquismo, quedara reducido a un papel casi marginal, y que los socialistas se alzaran con el liderazgo indiscutible de la izquierda en la democracia restaurada.
Pero esa decepción era fruto de un espejismo que duró treinta y ocho años, justo desde el final de la guerra civil hasta 1977, al que contribuyó la debilidad en esos años del Partido Socialista, sus enfrentamientos internos y unos ancianos dirigentes tan dignos como irrelevantes. Pero el PSOE había sido en los años anteriores la gran fuerza política que aglutinó los votos de la izquierda española. Los datos confirman esta afirmación. En las primeras elecciones que se convocaron tras la proclamación de la II República el 28 de Junio de 1931, el PCE no obtuvo ni un solo diputado, mientras que el PSOE consiguió 115. En las del 19 de noviembre de 1933 el PCE sacó un diputado, y el PSOE, 58. Finalmente, en las últimas elecciones que se celebraron antes del estallido de la guerra civil, el 16 de febrero de 1936, los comunistas ganaron 17 actas, y los socialistas, 99.
Engañó a los propias comunistas
El PSOE siempre le ganó por la mano al PCE . Pero el activismo de los comunistas en la clandestinidad durante el franquismo, su férrea organización jerárquica y disciplinada, trasmitieron una imagen de poder e influencia en la sociedad española que engañó a muchos y, lo que es más grave, a los propios comunistas. El PCE controló la mayoría de las asociaciones de vecinos, se introdujo en el mundo de la cultura, de los escritores e intelectuales y del periodismo, en grupos de actores muy populares, en el movimiento universitario y, lo que es más importante, en el mundo sindical a través de Comisiones Obreras. Todo ello trasmitió una imagen de poder e influencia en la sociedad española que las elecciones del 15 de junio de 1977 borraron con un aluvión de votos.
Esas elecciones demostraron que una cosa era que Comisiones Obreras fuera capaz de movilizar y liderar a miles, incluso a millones, de obreros en sus demandas de mejoras salariales y sociales, y otra bien distinta era que esas personas dieran su voto al PCE en unas elecciones libres. Y lo mismo ocurría en los sectores sociales en los que el Partido Comunista lideraba las protestas.
Fue clave para la derrota del PCE que en 1974 un grupo de jóvenes socialistas sustituyera en la dirección del partido a la anciana dirección que venía de la España de los años treinta. Porque supieron activar en la mayoría de los votantes de izquierda el recuerdo de voto socialista que había sido mayoritario en los años que precedieron a la guerra. Recuperaron el voto dormido de tradición socialista, enlazaron con él, y volvieron a situar al PCE en la minoría residual de las tres elecciones en las que se había presentado en los años treinta.
La sorpresa de la derrota electoral del PCE en las elecciones del 15 de junio de 1977 fue la confirmación de que los comunistas españoles, y muchos que no lo eran, habían confundido un espejismo con la realidad .