«Todos somos Sonia», un clamor que permanece

Cada año desde la desaparición de la joven pontevedresa, miles de vecinos se concentraban cerca del puesto de trabajo al que nunca llegó para recordarla y pedir respuestas

Cabecera de una de las marchas en apoyo a la familia de Sonia Iglesias EFE

P. A.

«Todos somos Sonia» . Ése es el grito que cada 18 de agosto, coincidiendo con la desaparición de Sonia Iglesias , se repite en la pontevedresa plaza de la Herrería. Miles de personas, con la imagen de la joven en el recuerdo, acudieron fieles durante los últimos siete años a una cita siempre encabezada por la familia de la desaparecida. Se buscaba arropar a los suyos y, también, pedir justicia ante uno de los casos más enigmáticos de la crónica de sucesos española. Nadie llegó a comprender nunca qué pudo ocurrir para que el rastro de esta madre se desvaneciese de camino a su trabajo como dependienta en una conocida tienda de la ciudad. Por eso, y pese a que la causa fue archivada por falta de novedades, la Policía siguió investigando, fiel a su principio de nunca tirar la toalla.

Tras el registro este martes de la vivienda que Sonia y su marido, Julio Aráujo, compartieron durante algún tiempo en las afueras de la ciudad, muchos vecinos han recobrado la esperanza de saber , al fin, qué sucedió con Sonia. La versión que Araújo ofreció a los agentes nunca llegó a cuadrales, ni a los familiares de la chica, ni a los vecinos que cada día se cruzaban con ella de camino a su trabajo en una de las calles más céntricas y concurridas de la urbe. Según Araújo, que durante algún tiempo figuró como investigado en la causa hasta que en 2015 la Audiencia de Pontevedra confirmó el archivo de la misma por falta de pruebas, Sonia se bajó del coche para ir a hacer unos recados antes de entrar a su turno en la tienda. Pero lo cierto es que la pontevedresa nunca llegó a su trabajo y que su pista se desvanece en ese vehículo.

«Sabe más de lo que dice»

Ocho años después de la desaparición de Sonia, muchos se preguntan por qué su marido -y padre de su único hijo- nunca asistió a las manifestaciones en recuerdo de la joven. Se cree que Araújo evitó en todo momento estas concentraciones por que se supo en el punto de mira desde el minuto uno y no quería dar a lugar a escenas incómodas. Sobre su presunta relación con la extraña desaparición de Sonia, la familia de la treinteañera siempre ha tenido claro que «sabe mucho más de lo que dice» . Así lo manifestó en numerosas ocasiones la hermana de Sonia, Maricarmen, y así lo corroboró tras conocer que los agentes estaban registrando la vivienda de la familia de Julio, a la venta desde hace años.

Tras una intensa jornada de registros que llevaron a los efectivos de la Policía Científica desplazada desde Madrid a bombear un pozo y a peinar con una georradar la finca que circunda la casa, el caso se mantiene ahora en compás de espera. Queda conocer los resultados de estas comprobaciones y saber si, al fin, los agentes han encontrado el hilo del que tirar para dar con el paradero de Sonia.

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