José Luis Jiménez - Pazguato y fino
No es huelga, es un chantaje
«Una huelga indefinida en un servicio público que reclama una subida ¡del 16%! de un complemento del sueldo es tomar a la ciudadanía como rehén para poner a una administración contra las cuerdas»
Curioso caso de uso y perversión del lenguaje el que estamos viviendo con el lío en la justicia gallega . Para la oposición, es un «chantaje» que Alfonso Rueda condicione su participación en las nuevas negociaciones con los sindicatos a que se ponga fin a este paro indefinido que está destrozando el servicio público, pero no les parece un chantaje el hecho de que esos mismos sindicatos estén atrincherados en el «o nos dan todo lo que pedimos, o no desconvocamos».
Todo trabajador tiene reconocido su derecho fundamental a ejercer la huelga por los motivos que considere: reivindicación laboral, protesta política, solidaridad interprofesional, etc. Y por cada día que no se trabaja, el correspondiente descuento en la nómina. Los servicios públicos, sobre todo aquellos prestados por funcionarios —trabajadores que llueva, truene o haga sol tienen garantizado de por vida su puesto de trabajo— tienen la circunstancia de que afectan directamente a los ciudadanos. Por lo tanto, cualquier desviación o abuso en su prestación genera trastornos sobre la sociedad que, con sus impuestos, les paga el sueldo.
Una huelga indefinida en un servicio público que reclama una subida ¡del 16%! de un complemento del sueldo es tomar a la ciudadanía como rehén para poner a una administración contra las cuerdas. Suficientes lastres tiene nuestra justicia como para que ahora se añadan las consecuencias de este paro salvaje e irresponsable , que nuestra siempre desleal oposición aplaude con las orejas.
La queja sindical podría ser comprensible si la Xunta se hubiera cerrado tenazmente en banda ante cualquier posible subida salarial. Este no es el caso. El gobierno gallego sí está dispuesto a mejorar las condiciones de estos trabajadores —que sumarán además un previsible incremento del salario base derivado del pacto de Montoro con los sindicatos estatales—, aunque dentro de sus posibilidades económicas y presupuestarias.
Pasan los días y el chantaje tritura nuestra justicia . Pero a los sindicatos lo que les preocupa es que haya «esquiroles» que escapen de su matonismo. De vergüenza.
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