Alberto Varela
El momento de (Abel) Caballero
A pesar de no tener a ningún candidato de su agrado, será fundamental en las primarias del PSdeG
Cómo es la vida. A veces cuando uno quiere ser relevante y lo intenta con todas sus fuerzas no lo consigue y es en el momento en el que tira la toalla cuando la tortilla se da la vuelta y encuentra en el bolsillo la llave maestra que abre todas las puertas. De repente todas las miradas están sobre ti, cuando menos lo esperabas.
En la política pasa lo mismo, y así nos encontramos con casos como el de Abel Caballero , que a pesar de no tener a ningún candidato de su agrado en las primarias del PSdG va a ser fundamental a la hora de decidir quién tome las riendas en la sede de la rúa do Pino a partir del próximo mes de Octubre.
Los éxitos arrolladores en las elecciones municipales no le han servido al barón de Vigo para ser influyente en la gestión del Partido Socialista, y no ha sido por no haberlo intentado . Su apoyo a un candidato de primarias fue hasta ahora garantía para que éste fracasase, como si sobre él pesase una especie de meigallo. Estuvo discretamente con Méndez Romeu cuando ganó Leiceaga y abanderó la campaña de Susana Díaz que terminó con la vuelta por todo lo alto de Pedro Sánchez a Ferraz, pero esa mala racha podría cambiar.
En la carrera actual por la secretaría xeral del PSdG Caballero podría encontrar su momento. Carece de fuerza para imponer a un candidato propio, eso es cierto, pero le sobra impulso para decidir cuál de los tres que han anunciado candidatura triunfe. Tanto Xoaquín Fernández Leiceaga como Juan Díaz Villoslada y Gonzalo Caballero están muy lejos de sus planteamientos, todos son sanchistas, pero si quieren pasar la criba del 8 de Octubre van a tener que idear el modo de cómo tragarse el sapo y acercarse a su hasta ahora contrincante político. A veces las amistades no las marca la afinidad sino los enemigos comunes. Qué paradoja, cuando todos quieren vender renovación y nueva política es cuando más peso pueden tener los veteranos. Qué difícil es la política a veces