Luis Ojea - Cuadernos de Viaje
Dos más dos
El alcalde de Santiago es de los que entienden el oficio como una forma de ingeniería social.
No hay político más peligroso que aquel que pretende imponer su visión del mundo de espaldas a los ciudadanos pensando estar en posesión de la verdad absoluta. Es peor un visionario tiránico que un incompetente, aunque de ambas clases van sobrados en la izquierda gallega actual.
El alcalde de Santiago es de los que entienden el oficio como una forma de ingeniería social. Ha llegado para imponer un nuevo orden, sea cual sea. Y no va a admitir fácilmente que las urnas no le dieron una mayoría suficiente para actuar unilateralmente. De ahí el berrinche que se pilló cuando PSOE y PP aprobaron una bajada del IBI. Este tipo de caudillos modernos necesitan gasolina para su revolución y bajar impuestos no entra en su hoja de ruta.
En realidad, reducir la asfixiante presión fiscal no entra en la ecuación de ninguna facción de la izquierda gallega por los inherentes riesgos de adelgazar la administración. Imagínese que se generalizase lo ocurrido en la Diputación de Lugo donde han perdido de golpe el sueldo siete asesores puestos a dedo por el BNG. Porque para ellos es de lo más normal que si en las elecciones obtienes dos diputados provinciales puedas disponer discrecionalmente de 185.000 euros para repartir entre los amiguetes. Y si un socialista cabreado no sigue el guion es un tránsfuga. Lo dejó claro esta semana Besteiro que tras una sesuda introspección llegó a la conclusión de que “dos más dos siempre son cuatro”. O no, porque a Francisco Reyes todavía no le condenaron a la hoguera por votar en la misma dirección que el PP ni tampoco expulsaron a Carmela Silva cuando incumplió flagrantemente durante años los estatutos del partido.
Esa política del depende tan extendida en la izquierda, del tanto da cuatro que cuarenta, es la que también explica como los mismos que ayer teatralizaban un falso intento de ir juntos en las generales hoy se acuchillan públicamente sin el menor rubor.
Es difícil imaginarse cómo toda esta tropa dentro de un año pueda articular una alternativa en Galicia para derribar una eventual mayoría insuficiente del centro-derecha como han hecho en Portugal, pero si pueden lo harán, porque la izquierda gallega actual, los visionarios y los incompetentes, están demostrando carecer de principios éticos. De lo que van sobrados es de codicia de trincar.