Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE

Fariseísmo político

Sobran imposturas. Lo único cuestionable es si existe voluntad política ante determinadas obras

En política se cumple, incluso más que en otras facetas de la vida, aquello de que «los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía». Aún más si cabe en materia de infraestructuras, pese a que tirios y troyanos se empeñen en hacerlas escenario de estériles confrontaciones en torno a la fecha de finalización de las obras. Es tan incomprensible el pueril afán de unos por prometer lo que no es factible garantizar a ciencia cierta como la nada disimulada intención de los otros de usarlo como arma arrojadiza, sobre todo cuando estos últimos representan a partidos que son corresponsables del atraso.

Sobran imposturas. Lo único cuestionable es si existe o no voluntad política de priorizar una determinada infraestructura. Los lucenses lo aprendimos en carne propia con la autovía que debía conectar la ciudad con Santiago. Han pasado 25 años desde que se anunciaron los primeros estudios y en 2003 se llegó a profetizar la quimérica fecha de 2007 para la finalización del trazado. Pero lo cierto es que hoy quedan 46 quilómetros sin abrir de los que apenas 18 están en obras. En el mejor de los casos quizás para 2022, tres décadas después de haberse iniciado los primeros trámites, Lugo podría dejar de ser la única ciudad de Galicia que no está conectada con Santiago a través de un enlace propio del siglo XXI.

Es un caso extremo, pero ejemplos así se encuentran en administraciones de todos los colores. Sea por avatares técnicos imprevisibles, sea por los inexcusables recortes que acarrea una crisis, sea por el irresponsable comportamiento de algunas empresas que usan las bajas temerarias para hacerse con las adjudicaciones o sea porque se llega a la conclusión de que conviene más priorizar otras inversiones. Todos acabaron pasando el bochorno que provoca repasar la hemeroteca años después de que sus promesas quedasen hechas añicos por la realidad. Lo trascendente no es que una carretera o línea de AVE se ponga en servicio unos meses antes o después. Lo que genera enojo es que se juegue a la ligera con fechas ilusorias. Y que partidos que han tenido responsabilidad como el que más en los atrasos ahora se lleven las manos a la cabeza. Puro fariseísmo político.

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