LAS MIL GALICIAS | LA TIERRA QUE INVESTIGA (Y V)

«Lo que constituye el patrimonio es el valor que le otorga la gente»

Felipe Criado, presidente de los arqueólogos europeos, lidera el reto de impulsar un nuevo instituto del CSIC, el Incipit, con fondos a la baja pero ganas e ideas al alza

Felipe Criado Boado, director del Incipit, minutos antes de su entrevista con ABC MIGUEL MUÑIZ

ABRAHAM COCO

Después de cuatro domingos de recorrido por la ciencia gallega, de la biotecnología y el cáncer a la fauna marina , de los incendios a la robótica , ABC cierra el cuarto mes de su serie «Las mil Galicias» con las humanidades. Lo hacemos a través del Incipit (Instituto de Ciencias del Patrimonio) del CSIC que desde 2010 dirige en Santiago Felipe Criado , en la actualidad presidente de la asociación de arqueólogos europeos, una entidad con 2.500 miembros.

Aunque por su nombre siguen siendo unos desconocidos, no están preocupados:« Lo que buscamos es que la gente se acuerde de que el patrimonio es importante , la arqueología puede hacer esto por nosotros.... Trabajamos de cerca con comunidades rurales, asociaciones de vecinos... Algún año han pasado por el instituto cerca de 4.000 personas en nuestras actividades de educación para jóvenes. Lo importante es que la actividad genere un efecto. Muchas veces he podido percibir cómo la gente termina interiorizando aquello que ha visto , que ha aprendido, que le has enseñado. Lo asimila como propio y, por lo tanto, reacciona tomando eso en cuenta, aunque ciertamente no pueda citar de dónde le viene».

Su actividad se enraíza en Galicia, pero se extiende por diversos países a cargo de perfiles tan distintos como arqueólogos, antropólogos, astrofísicos que estudian cómo las sociedades del pasado han contemplado y entendido el firmamento, sociólogos, psicólogos, arquitectos, historiadores, ingenieros de software que tienen el reto de diseñar lenguajes de programación adaptados al patrimonio: «Tenemos hasta un realizador de vídeo», enumera Criado.

—¿Qué investigan en el Incipit?

—Cómo se constituye el patrimonio cultural, cómo restos del pasado (o incluso del presente) son reconvertidos en patrimonio. Nuestras investigaciones muestran que lo que constituye el patrimonio es el aprecio de la gente, la valorización que hace de esos restos.

—¿Entonces el hecho de que la sociedad valore el patrimonio es lo que hace que exista? ¿Lo es por sí mismo o en cuanto que esta lo percibe como tal?

— El patrimonio son objetos, a veces intangibles, que tienen existencia por sí misma. Pero pueden no ser obvios si uno no pone la vista en ellos. Cuando la pones, los aprecias. Ahí es donde alcanza su auténtica dimensión. Según sea el carácter de esa apreciación, alcanza mayor o menor importancia.

—En el caso de Galicia, ¿dónde está ese nivel de apreciación? ¿Lo que desde las administraciones se propugna como patrimonio es lo valorado?

—La gente, por definición, aprecia más aquello que se ve mejor, por ejemplo una catedral o un castro. Tienen mayor visibilidad porque la vida política, social y los medios de comunicación hablan más de ello. Mucha gente conocerá hoy Dombate o San Cibrao de Las porque son yacimientos importantes de los que se habla a menudo. El aprecio se construye ahí. El problema en Galicia está en extender esa apreciación genérica, por ejemplo, sobre un fenómeno como la cultura castrense, a cada castro concreto que necesita ser protegido.

—¿Se protege el patrimonio gallego?

—En Galicia se ha hecho un esfuerzo muy importante desde los ochenta en temas de patrimonio. Incluso fuimos pioneros en España. Pero hay tres problemas. Primero: el patrimonio siempre pide más. Son objetos que interaccionan con la sociedad y cuanto más compleja es esta, más problemas se generan. Segundo: se ha notado muchísimo la política de recortes. Tercero: desde mi punto de vista, la nueva ley de Patrimonio era innecesaria. Nace anticuada, al margen de las nuevas tendencias de gestión en toda Europa y sin unanimidad. En algunos sentidos da pasos atrás.

—¿Por ejemplo?

—Hoy sabemos que no podemos hablar de patrimonio sin hablar de los procesos de valorización social que lo acompañan. El patrimonio es el resultado de ello. Es la actitud del público y su dimensión lo que le da sentido. Por tanto, el público tiene que estar presente en las fases de toma de decisión y de acción sobre él. Esto complica el trabajo, pero es uno de los retos. En la reciente asamblea general de Europa Nostra en Madrid el tema de discusión ha sido precisamente la participación pública. Todos tenemos que aprender porque es algo incipiente. Por eso hay que hacer mucha investigación. Vemos qué pasa cuando no se le da cabida al público. Ahí está Muxía : al no saber incorporar las reclamaciones de una comunidad, una buena noticia de partida como reconstruir una iglesia se convierte en un problema.

— Su instituto no pudo nacer en un momento peor para la ciencia:2010. ¿Cómo han hecho?

—Desde que se empezó a hablar de su creación en 2006 hasta que se crea, nos encontramos con un escenario totalmente nuevo:el estallido de la crisis. Hemos afrontado el tremendo reto de comenzar en un contexto nada favorable. Dicho esto, más allá del hecho triste de haber perdido la mitad de los investigadores (de cerca de 60 pasamos a ser menos de 30, aunque ahora hemos recuperado parte), lo hemos tomado como un reto más que es construir un proyecto científico adaptable y adaptado al proyecto de estrechez y de nuevas urgencias sociales de este momento.

—¿Por qué el CSIC decidió ubicar el Incipit en Santiago?

—En la última fase expansiva del CSIC, entre 2004 y 2010, se crearon bastantes institutos de nueva planta, de carácter transversal, orientados a problemas con la misión de trabajar aunando disciplinas. ¿Por qué se decide crear el de patrimonio en Santiago? Por la convergencia de factores: había un interés de la Comunidad, había un grupo de investigación potente (el Laboratorio de Arqueología del Paisaje) y por la fuerza tractora de Santiago como marca universal. Es algo que nos favorece en todos los sentidos. La imagen de marca se crea en relación a su ubicación.

—Y, sin embargo, diría que los santiagueses mantienen cierta distancia respecto al fenómeno del Camino. No sé si por saturación, pero se le da la espalda a su colosal potencial.

—Puede ser un problema de saturación, pero esa no es toda la explicación. Paradójicamente, por pura cotidianidad, el santiagués no tiene perspectiva para ver la dimensión cultural de este fenómeno. ¿Cuántos santiagueses de siempre han hecho el Camino?

Felipe Criado, director del Incipit y presidente de los arqueólogos europeos Miguel Muñiz

—Su especialidad es la arqueología del paisaje. Afirma que «el paisaje habla de cada sociedad». ¿Qué nos dice entonces el paisaje de Galicia sobre ella?

—Un paisaje permite comprender una sociedad e incluso desvelar procesos socioculturales e históricos que a veces no son visibles. El paisaje de Galicia, en primer lugar, nos habla de la larga tradición histórica de su sociedad. Casi con toda seguridad podríamos decir que se superponen cuatro níveles históricos distintos, que han aportado rasgos y elementos que hoy vemos juntos. Esta continuidad e imbricación es importante porque no ocurre en todos los lugares. Hay lugares donde es una historia de discontinuidades, donde en vez de acumularse los rasgos de un paisaje con los del siguiente, cada momento genera uno distinto que destruye el anterior.

Segundo dato importante: nos cuenta una historia de movimientos, de relaciones a media y larga distancia, de movilidad de ideas, personas...

Tercera: el paisaje que estamos construyemos por la modificación y, a veces, destrucción. Nos habla de nuestra forma de estar en el mundo. Paradójicamente, a pesar de que somos muy tradicionalistas, en gran medida se traiciona la tradición: el proceso de deforestación masiva, la apertura sistemática de prados en lo que eran tierras de labradío, minería extractiva, energías renovables con parques eólicos... Esto nos lleva a un tema tan profundamente gallego, muchas veces denostado porque no entendemos por qué es gallego, como es el llamado feísmo. Hay que valorar por qué nosotros mismos hacemos eso que nos sorprende estéticamente: no pintar las casas, construir donde queremos, hacer edificaciones sin orden y concierto...

—Estas reflexiones parecen desmentir los tópicos cinematográficos sobre qué es la arqueología...

—La percepción dominante de la arqueología es de personas que estudian cosas antiguas. Y esto es cierto. Estudiamos restos de cosas que ocurrieron hace mucho tiempo, pero precisamente porque quedan hoy son cosas vivas con presencia entre nosotros. Eso hace que la arqueología no se pueda separar de los problemas cotidianos.

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