José Luis Jiménez - Pazguato y fino
El comandante mandó parar
¿A quién le importa lo que digan las bases si Iglesias tiene otros derroteros ya fijados?
Ayer el más preocupado era un Leiceaga al que ser segunda fuerza se le complica
Primera Ley de la Política: en cualquier organización que se precie de serlo, manda el líder. Si no, ya no es el líder, sino un títere con fecha de caducidad (y por alguna razón se me viene a la cabeza el PSdeG). Segunda Ley: todos los procesos participativos internos tienen como fin abrazar las tesis que defienda el líder en cada momento y revestirlas de democracia interna. Tercera Ley: si la Segunda Ley entra en conflicto con la Primera, se impondrá en todos los casos la Primera.
Este es el resumen sucinto de lo que ha sucedido dentro de Podemos. ¿A quién le importa lo que digan las bases si Pablo Iglesias tiene otros derroteros ya fijados? ¿Vale más la opinión de unos miles de afiliados gallegos que la voluntad de una estrella del rock and roll bolivariano? La respuesta ya la saben.
Todo este ritual de apareamiento ha sido el sainete del verano. La Marea exigía que el matrimonio electoral fuese por lo civil, pero Podemos sólo quería compartir piso. Quién nos iba a decir que los «mareantes» eran gente tan tradicional. A Iglesias no le ha temblado el pulso a la hora de desautorizar a Bescansa, Echenique y la tropa gallega —a Carmen Santos se le está poniendo cara de Breogán Riobó— porque esas pequeñeces de la democracia interna y el asamblearismo están muy bien, pero visto está que el podemita de a pie no conoce las tres primeras leyes de la política.
Es, evidentemente, una victoria notable para los alcaldes rupturistas y el núcleo de AGE. Plantaron un pulso a los sabios de la todopoderosa Complutense y lo ganaron en el último suspiro. Habrá sólo una gran marca a la izquierda del PSOE en las elecciones autonómicas. Ayer el más preocupado no era Feijóo —que ya sabía que tiene que ganarle a todos por goleada para repetir— sino un Leiceaga al que ser segunda fuerza se le complica por momentos. Y por si fuera poco, con el partido sumido en una guerra civil. El PP ya tiene margen para seguir lanzando sus mensajes al sector más moderado del PSOE, a la vista de que la única alternativa de Leiceaga será pactar con la izquierda más radical.
Le queda a En Marea otro trance como es la conformación de las listas, para el que tienen ocho días. Veremos cómo se mezclan las primarias de las distintas mareas con la reserva de plazas para los representantes de Podemos, porque todo tiene pinta de que nos volverán a tomar el pelo con sus procesos participativos, empoderamientos ciudadanos, espacios de codecisión y demás jerigonza asamblearia «flowerpower». Todo ya está más que pasteleado por las cúpulas. Las bases, como de costumbre, darán tabaco. Y encima aplaudirán. ¡Qué bien que nuestros líderes deciden por nosotros!