Vicente Ordaz - EL FARO
Y lo que falta...
La imagen de concejales desfilando ante el juez martillea la imagen de un partido necesitado de un «Cum laude» en marketing
Campana y se acabó. Es lo que debió pensar Mariano Rajoy al permitir que Rita Barberá se convirtiese en doblemente aforada tras su nombramiento en la diputación permante del Senado . Alguno habrá pensado en Génova que, a la velocidad que va esto, era mejor retrarsar todo lo que se pudiese la imagen de Rita entrando a declarar. Si eso llega a ocurrir y a Rajoy aún le queda algo que negociar, directamente campana y se acabó. Rita Barbera es símbolo del PP, aquí y en Coruña, Sevilla o Ciudad Real . La presión de Barberá para forzar el nombramiento en la Cámara Alta y la lealtad de Rajoy para con los suyos (Rita lo es) han hecho el resto, aunque el movimiento del PP a nivel estratégico en el momento político actual sea más que negativo.
Mientras tanto la ex alcaldesa guarda silencio, aguanta la presión interna del partido y la externa de la opinión pública , que le piden, día sí, día también, que salga a dar explicaciones. No lo va hacer. En una rueda de prensa no tiene escapatoria , ni argumentos para salir indemne del envite. Gana tiempo, aunque no se sabe para qué, pues las cartas en esta partida parecen ya repartidas.
Pero al igual que Barberá traslada su enfado por lo que entiende falta de defensa por parte de su partido, también la cocina del PP clama contra la senadora. La imagen de concejales y asesores desfilando ante el juez semana tras semana martillea la imagen de un partido necesitado como nunca de un «Cum laude» en marketing por la Univesidad de Stanford. Más de una voz interna de alto rango ha expresado su enfado por la actitud de Barberá, atrincherada mientras los que han sido los suyos han enterrado casi cualquier opción de futuro público . La sociedad ha dictado sentencia , y al igual que en la grada de un estadio de fútbol, los pañuelos tienen más fuerza que las acciones. En la esfera política, recomponer la imagen con la que está cayendo es materia harto complicada.
Y como bomba de relojería para la senadora queda Alfonso Grau , otrora hombre de máxima confianza, dolido no sólo porque su mujer, María José Alcón , no tuviera un buen número en la lista , si no porque él ha sido leal hasta el final, y el trato recibido por la que fuera alcaldesa no se le ha olvidado.