Raquel Cánovas - CUENTOS CORTOS PARA SER FELIZ

El niño que quería ser un gran deportista y la tortuga mágica del río

Aquel día perdió la competición, pero aún así el niño no renunció a ser el mejor deportista que jamás haya existido

RAQUEL CÁNOVAS

Había una vez un niño que quería ser un gran deportista . Un día, paseando junto al río, se encontró con una tortuga enorme que nadaba por allí. Se sorprendió muchísimo porque nunca había visto una tortuga tan hermosa como aquella y se acercó a la orilla para verla mejor.

Para su sorpresa, resultó que la tortuga hablaba y le dijo:

- ¡Vaya! Eres el primer humano que me ve en muchos, muchos años, nada más que por eso te concederé un deseo. Soy una tortuga mágica.

El niño deseaba ser un gran deportista pero pensó que aquello era sería muy difícil de conseguir… entonces cayó en la cuenta: ¡las tortugas mágicas no existen! , y se alejó del río corriendo.

Pasados unos años la tortuga decidió dejarse ver por las aguas del río. Otro niño pasaba por allí de camino a casa de su amigo. Se quedó maravillado al ver a la tortuga. Para verla mejor, se acercó a la orilla y cuando estaba allí la tortuga le dijo:

- ¡Vaya! Eres el primer humano que me ve en muchos, muchos años, nada más que por eso te concederé un deseo. Soy una tortuga mágica.

El niño pensó: «¡Dios, qué guay! ¡Una tortuga que habla! Y me quiere conceder un deseo. Pues yo quiero ser un gran deportista, lo que pasa es que… yo soy bastante débil, mi madre siempre me lo está diciendo : 'qué debilucho eres, hijo', así que no sé yo… bueno, por probar…»

- ¡Tortuga mágica, deseo ser un gran deportista!

La tortuga respondió:

- Eso me parece fantástico. No serás un gran deportista, serás el mejor deportista que ha existido jamás , pero tendrás que jurar ahora mismo que abrazarás a tu sueño por encima de todas las cosas… porque en el momento que dejes de hacerlo, tu sueño se marchará en busca de alguien que nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, le dé la espalda ¿entendido?

El niño se fue muy contento pensando que iba a ser un gran deportista.

Pero, ¡qué mala suerte!

Aquella misma tarde, jugando, se cayó de tal manera que se rompió una pierna… Se pasó la tarde llorando, y recordando las palabras de su madre que siempre le decía que era un debilucho… Definitivamente el niño se convenció de que era demasiado débil para ser un gran deportista , y aquella misma noche, el deseo concedido de la tortuga mágica de ser el mejor deportista que haya existido jamás se marchó en busca de otro niño para poder realizarse.

Y encontró a otro niño debilucho, pero éste, en lugar de lamentarse, decidió entrenar para fortalecerse . Y finalmente se hizo fuerte, se hizo muy muy fuerte. Y llegó a una gran final pero sus competidores eran demasiado buenos, nadie creía que él pudiera ganar.

Aquel día perdió la competición. Pero aún así, el niño no renunció a ser el mejor deportista que jamás haya existido , al revés, aquello le sirvió para motivarse mucho más. De sus rivales había aprendido que se podía ser mejor deportista de lo que él lo estaba siendo, desde aquel momento, haría todo lo que fuera necesario para ser mejor.

Pasó el tiempo y nuestro amigo iba de una victoria en otra y si había alguna derrota, él conseguía sacar de ella una nueva forma de mejorar.

Nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia dejó de abrazar su sueño y el deseo concedido de la tortuga mágica del río se hizo realidad a través de él.

Moraleja:

- Si crees que tu sueño es imposible, ni un milagro como que se te aparezca una tortuga habladora lo va a hacer realidad.

- Si tú no abrazas a tu sueño, tu sueño se marchará a realizarse a través de alguien que no le dé la espalda

- Si abrazas a tu sueño por encima de todas las cosas, no habrá impedimento físico que te detenga, no habrá miedo que te paralice, ni obstáculo que se interponga en tu camino, ni dificultad que no seas capaz de resolver. Tu atención se centrará en las oportunidades y tu sueño se hará realidad.

* Dedicado a todas las tortugas y seres que habitan en el Río Segura de Murcia, que sin lugar a dudas son mágicos, para abrazar a la vida de la forma que lo han hecho a pesar de la devastación a la los humanos han sometido a este río y que -lamentablemente- lo siguen haciendo.

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