Raquel Cánovas - CUENTOS CORTOS PARA SER FELIZ

El coche vanidoso

A los humanos les daba miedo viajar con él por si se le pinchaba alguna de sus amarillentas ruedas

RAQUEL CÁNOVAS

Había una vez una fábrica de coches que estaba encantada . De ella salían coches mágicos con extrañas cualidades humanas: unos hablaban de otros coches más que de sí mismos, otros eran tímidos y tenían miedo de salir del garaje, otros eran presumidos y cuando los guardaban, del cabreo, se resfriaban y tenían que llevarlos al médico de coches (el taller).

Entre todos ellos había un coche que era muy vanidoso . Se las arreglaba para que le pusieran esmaltes y brillos en las ruedas –aunque el esmalte luego las dejara amarillentas-, para que le quitaran cualquier brizna de polvo de su superficie, cualquier rocecillo provocado por la edad o el uso, él hacía que se lo pulieran.

Conforme fue pasando el tiempo, se fue haciendo cada vez más y más vanidoso, hasta el punto de que hacía que le pusieran piezas nuevas a su carrocería para parecerse a otros coches más nuevos o más deportivos.

Llegó un momento en que el coche vanidoso ya no se reconocía a sí mismo.

En los coches pasaba esta extraña cosa: como mejor funcionaban era con las piezas que traían de casa, porque habían sido diseñados para funcionar así de forma perfecta.

El problema era que tanta pieza nueva no encajaba bien en la carrocería del coche vanidoso y cada dos por tres se le iban cayendo.

Esto era un problema porque a los humanos les daba miedo viajar con él por si se le pinchaba alguna de sus amarillentas ruedas o se le caía algo por el camino dejándolos tirados. Ninguno confiaba verdaderamente en el coche vanidoso.

Tampoco podían conducir el coche tímido pues su inseguridad no le permitía salir del garaje.

Al final siempre recurrían a cualquier coche seguro de sí mismo , sabiendo que su confianza los llevaría por los caminos y carreteras sin problemas.

«Recorrer el camino de la vida es más fácil con compañeros que hayan superado sus miedos hasta tal punto que confíen en sí mismos y en lo que hacen. Cuando dicha confianza supera la barrera de la realidad, alcanzando la vanidad, es mejor cambiar de compañías, pues lo más probable es que acaben por convertirse en una pesada carga».

www.raquelcanovasmolina.com

www.facebook.com/raquelcanovasmolina

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación