La fotografía se adueña de Barcelona
Exposiciones dedicadas a Vivian Maier, Philippe Halsman y Bruce Davidson convierten el verano de la capital catalana en epicentro de la mejor fotografía
Ahora que hay casi tantos fotógrafos en potencia como personas capaces de llevarse la mano al bolsillo en busca de su móvil de última generación no está de más dar un poco de descanso a los filtros y las aplicaciones para sumergirse en el trabajo de algunos de los fotógrafos que dejaron huella en el siglo XX.
La excusa no podría ser mejor, ya que coiciden en Barcelona tres grandes exposiciones dedicadas a tres de los nombres más destacados de la fotografía estadounidense: Philippe Halsman, Vivian Maier y Bruce Davidson. Tres maneras diferentes pero complementarias de entender la fotografía que atrapan en blanco y negro el espíritu de los sueños (y también las pesadillas) americanos y vienen a confirmar que, para tomar una buena foto, hace falta bastante más que una conexión rápida a Internet y un palo de «selfie».
Los secretos de la niñera que inventó el «selfie»
Fue niñera durante cuarenta años, murió en un albergue para indigentes en Chicago y ni siquiera l legó a ver reveladas muchas de las fotografías que hoy mueven masas y recorren el mundo celebrándola como uno de los grandes fenómenos de la fotografía contemporánea. Una historia que inquieta y fascina a partes iguales y que hace de «In Her Own Hands» una exposición de visita obligada. Máxime si tenemos en cuenta que Vivian Maier (1926-2009) pasó del más absoluto anonimato al estrellato en tiempo récord y que sus fotografías, retratos repletos de humanidad de los márgenes urbanos y de sí misma, son hoy comparadas con las de Diane Arbus, Lee Friedlander o Robert Frank. En Foto Colectania se pueden ver ochenta de sus fotografías -tras su muerte dejó más de 120.000 negativos, muchos de ellos sin revelar- y algunos de esos autorretratos que la han convertido en una suerte de pionera del «selfie» en blanco y negro.
Philippe Halsman, radiografía del salto
Sus saltos no pasarían ningún corte olímpico, pero consiguieron algo mucho más importante: despojar de sus inhibiciones a un buen puñado de personajes célebres para presentarlos de una manera completamente diferente. Ahí están, sin ir más lejos, los cuerpos suspendidos en el aire de Marilyn Monroe, los duques de Windsor, Richard Nixon, Grace Kelly, Brigitte Bardot y Salvador Dalí, entre muchos otros, encomendándose al saber hacer de Philippe Halsman y poniendo los cimientos de la «jumpology», ciencia inexacta con la que el fotógrafo buscaba capturar la ingravidez del sueño americano.
Esa serie repleta de personalidades a punto de emprender el vuelo es uno de los grandes reclamos de «¡Sorpréndeme!», primera gran retrospectiva dedicada a este fotógrafo nacido en Riga y educado en París que acabó por convertirse en uno de los grandes referentes de la fotografía estadounidense. Suyas son icónicas instantáneas como los retratos promocionales de Alfred Hitchcock para el estreno de «Los pájaros» o sus series dedicadas a Marilyn Monroe. No es casualidad que Halsman haya pasado a la historia como el fotógrafo que firmó más portadas –101, ahí es nada– para la revista «Life».
En esta exposición organizada en colaboración con el Musée de l’Elysée de Lausanne y el Philippe Halsman Archive de Nueva York se ofrece una amplia y completa panorámica de la carrera del fotógrafo así como sus múltiples conexiones con la cultura popular del siglo XXI y el arte de vanguardia. La muestra arranca con los primeros pasos de Halsman en el París de los años treinta, donde se especializó en el retrato y expuso por primera vez en La Pléiade. Ya entonces empezó a mostrar preferencia por entornos íntimos y sesiones amenas que facilitaran la comunicación con sus modelos, algo que exploraría a conciencia cuando se trasladó a Estados Unidos y, además de fotografíar durante una década a Marilyn Monroe, capturó con su cámara a personajes como Clint Eastwood, Bobby Fischer, Cassius Clay, Audrey Hepburn y Grace Kelly, entre muchos otros.
Además de sus retratos de famosos y de la serie «Jumpology», que dio lugar al libro «Philippe Halsman’s Jump Book», si por algo destacó la carrera de Halsman fue por su intensa y fructífera colaboración con Salvador Dalí. Durante cuatro décadas, el genio surrealista y el fotógrafo compartieron casi cincuenta sesiones y apuntalaron una complicidad que se materializaría en iconos contemporáneos como «El surrealismo soy yo», «Dalí Atomicus» o la serie «Dalí’s Moustache», un conjunto de imágenes con el bigote del pintor como protagonista que Halsman ideó para dar forma a otro libro. Este último apartado, representado en Caixaforum por una veintena de imágenes , se complementa a la perfección con «Variantes de Dali’s mustache», exposición que reune en el Teatre-Museu de Figueres otros veinte trabajos de Halsman sobre el enhiesto e inconfundible mostacho daliniano.
La mirada humanista de Bruce Davidson
Si Philippe Halsman fue el retratista más o menos oficial de todas las mutaciones del sueño americano, Bruce Davidson (1933) prefirió enfocar su cámara hacia aquellos lugares en los que nadie reparaba o, peor aún, de los que todo el mundo apartaba rápidamente la mirada. Ancianos crepusculares, criaturas del circo y bandas callejeras son algunos de los protagonistas que recorren las fotografías de Davidson, uno de los nombres de referencia de la agencia Magnum y cronista gráfico del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.En su currículum destacan también trabajos por encargo para «Vogue» y «Life», viajes por Italia, México, Inglaterra y España y un sinfín de series icónicas como «El enano», una colección de retratos de Jimmy Armstrong, un payaso enano que trabajaba en un circo ambulante, y con la que Davidson se estrenó en Magnum.
Muchas de estas imágenes pueden verse ahora en la Fundación Mapfre de Barcelona en una retrospectiva, la primera dedicada al fotógrafo en España, que reúne cerca de 200 fotografías y da buena cuenta de su habilidad para transformar en poderosas e imponentes imágenes retazos de la vida en los márgenes. Entre de la docena de series que han viajado a Barcelona son especialmente llamativas las dedicadas a las bandas de Brooklyn y el Spanish Harlem -esta última incluso se hizo un hueco en el MOMA neoyorquino – así como sus sus reportajes sobre la Marcha de Selma y la Marcha sobre Wash de 1963, hitos de una carrera que suma ya medio siglo de actividad y que ha convertido a Davidson en un fotógrafo humanista cuya concepción de la vida se basa en su relación con la realidad.