Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Urnas

El nacionalismo catalán ha demostrado un alto grado de sofisticación en el arte de los gestos y su teatralización

El nacionalismo catalán ha demostrado un alto grado de sofisticación en el arte de los gestos y su teatralización. Ahí están los días, los hechos, las manifestaciones, las movilizaciones, las hojas de ruta, la arquitectura del “proceso”, el calendario, los viajes, las campañas, las elecciones plebiscitarias, las declaraciones, los informes, la recogida de firmas, las instituciones de la sociedad civil, los documentos o los acuerdos, los estudios o manifiestos, todos ellos, “decisivos” para la buena marcha del “proceso”. ¿Decisivos? Humo. Dicho sea en el doble sentido de exhalación vaporosa y vanidad, presunción o altivez. Así, por ejemplo, se han ensayado casi veinte hojas de ruta, las elecciones llamadas plebiscitarias se perdieron, los viajes al exterior se saldan con un sonoro fracaso, la recogida de firmas pro referéndum apenas llega al cinco por cien de la población, las instituciones de la sociedad civil lo son de la sociedad civil independentista, las movilizaciones van a la baja, los acuerdos no se cumplen o caducan, los informes y manifiestos se publicitan y se archivan, y el calendario pasa de largo. A todo ello, hay que añadir otro hecho “decisivo”: la licitación de un pedido de urnas. ¿El objetivo? Que el “proceso” –el independentismo pide fecha y pregunta para el referéndum- recobre la credibilidad perdida por tanta dilación, recalentar el ambiente, provocar al Estado, victimizarse si el Estado impugna la licitación, y cohesionar y movilizar a la parroquia con un una dosis de épica y esperanza que insufle ánimo y oxígeno a la causa.

Arguye la Generalitat que las urnas son para “consultas populares y otras formas de participación ciudadana”. No cuela. Se les ve a la lengua. La Fiscalía anuncia querella. Y el nacionalismo –precisamente ellos, que se torean la ley a la carta-, eufórico y satisfecho, se queja: “no quieren las urnas, el símbolo de la democracia”. ¡Qué escándalo! No se equivoquen: lo que la democracia no admite es el fraude de ley. De ahí, la querella.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación