José García Domínguez - Punto de fuga
No hay naciones de naciones
Aunque el voluntarioso Sánchez semeje ignorarlo, la soberanía resulta que es como las madres: solo hay una; una y nada más que una
El postulante Pedro Sánchez se ha dejado caer por Barcelona para explicarnos que, a su siempre oportunista parecer, España se le antoja nación de naciones. Quién sabe, igual el almuerzo preferido de esa nada que nadea, el ecléctico Sánchez, es el salpicón de salpicones acompañado de una generosa guarnición de patatas de patatas. Y tampoco procede descartar que todas las mañanas corra a embutir sus largas piernas en un pantalón de pantalones. Sea como fuere, tan solemne bobada, la nación de naciones, tendría algún contenido semántico más allá de la simple claudicación retórica ante los secesionistas si la soberanía, que es el atributo primero que va asociado de modo indisoluble a la voz nación, se pudiera dividir en décimos y participaciones, tal como suele ser costumbre hacer con los boletos de la lotería de Navidad. Pero no es el caso. Aunque el voluntarioso Sánchez semeje ignorarlo, la soberanía resulta que es como las madres: solo hay una; una y nada más que una. Y de ahí que también la nación solo pueda ser una y nada más que una.
Esa tontería de tonterías, la nación de naciones que ahora predica Sánchez a imagen de lo que en su día hiciera Zapatero, remite no a una posición política sino a una coartada tras la que tratar de ocultar su hondo vacío intelectual. Y es que Sánchez, simplemente, carece de idea alguna a propósito de lo que es o deja de ser España, el país que dice querer presidir. Aunque tampoco parece que el asunto le atormente en exceso. Diría más bien que le trae sin cuidado. Con tal de recuperar el sillón del Gran Inquisidor en Ferraz, está dispuesto a refundar el Imperio Austro-Húngaro en Hospitalet. Zapatero, esa risueña desgracia trasatlántica, el responsable último junto a Pasqual Maragall de que se acabara abriendo el melón separatista con su empecinamiento por reformar el Estatut, fue secretario general solo gracias a la complicidad del PSC. ¿Tropezará el PSOE dos veces en el mismo guijarro?