José García Domínguez - Punto de fuga

Los experimentos, con gaseosa

Todavía hay quien cree que los micronacionalistas catalanes van a renunciar de grado a serlo por cambiar este o aquel artículo en la Carta Magna

Sostenía Bonaparte, y fue dicho célebre, que para conseguir que un problema de Estado no se resuelva jamás de los jamases el mejor método conocido consiste en nombrar un comité. Aunque, de vivir hoy y aquí, acaso lo hubiera cambiado por el de proponer otra reforma de la Constitución, eterna cantinela en España igual a diestra que a siniestra. Al punto de que se podrían abrir las portadas de los periódicos todos los días del año con el siguiente titular: "Fulanito –o Menganita– propone reformar la Constitución”. Entre nosotros, es sabido, las constituciones acostumbran a durar menos que los caramelos en las puertas de los colegios. Con la extraña salvedad del periodo de la Restauración, amén del franquismo, la biografía de la España contemporánea no deja de mostrar una permanente, ininterrumpida, disparatada concatenación de procesos constituyentes. Nadie que conozca la atrabiliaria historia reciente de nuestro país debería extrañarse lo más mínimo, pues, ante ese renovado afán por volver a las andadas que ahora mismo anima a casi todos los partidos nacionales. Y es que todavía hay quien cree a estas alturas del partido que los micronacionalistas catalanes van a renunciar de grado a serlo por cambiar este o aquel artículo en la Carta Magna.

Se olvida, por cierto, que resultaría más sencillo modificar la Ley de la Gravitación Universal que el célebre Título VIII. Una reforma de la Constitución que afectara al régimen de las Comunidades Autónomas únicamente podría acometerse por la vía, en extremo compleja, que contempla el artículo 167. Algo que la torna imposible en la práctica de no concurrir un acuerdo nacional unánime. Confluencia de voluntades que, todos lo sabemos, nunca se producirá. Poco se habla, sin embargo, de otras terapias menos aparatosas pero sin duda más útiles. Cirugías como las que explora Muñoz Machado en su “Informe sobre España”. Por ejemplo, otorgar a los jueces ordinarios la potestad de dejar inaplicadas las leyes contrarias a la Constitución. Ya lo dijo D´Ors: los experimentos, con gaseosa.

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