La tanda de penaltis

No se entiende la táctica del cerocerismo de Rajoy en esta recta final. Parece que el Gobierno y los veteranos de Genova esperan la nueva convocatoria de elecciones, para que una afortunada tanda de penaltis les dé el triunfo. Pero el diablo carga los últimos minutos, aquí en una doble dirección: en el equipo contrario que puede pactar sobre la bocina; y en las filas propias con la desunión, hoy larvada, el día después. De lo primero se escribe bastante, de lo segundo menos, porque se recurre a la foto del AVE para mostrar la cohesión entre veteranos y noveles de la Ejecutiva, que contestan el inmovilismo del presidente. Los gobiernos y partidos regionales sufren la táctica, están paralizados y algunos como el de Castilla y León sin inhibiciones lanza la crítica, aunque con falta de oportunidad, como Valdeón reclamando el fin de la austeridad, en vísperas del anuncio del déficit del 5%, que obligará a más recortes al inquilino de Moncloa.

Pero las fisuras del interior son generacionales e ideológicas: unos partidarios de mayores aperturas; otros, reclaman una corriente interna para trasladar allí soluciones religiosas, plasmadas en una posición política única, sin valorar los peligrosos equívocos que hoy generaría tal opción. No son conscientes sus promotores, a la espera del interregno, que existen soluciones distintas para retos económicos, sociales o de convivencia, y que un cristiano siempre debe mantener una actitud crítica y constructiva en el ámbito de cualquier partido para que este se ordene al bien común y al de la persona. El movimiento está en marcha, como otros, y a los nuevos populares, si van a la oposición, les costará coser el partido, sino obtienen la victoria en la tanda de penaltis.