Modelo económico

Unos días en Europa comunitaria. Lectura de periódicos y conversaciones. Cuatro grandes reproches a España: incapacidad para reducir el déficit; estructuras laborales rígidas y administrativas excesivas; falta de solidez del sistema bancario; y desigualdad de crecimiento según regiones. Nada nuevo, pero son problemas que afectan de lleno a Castilla y León, que además asiste con desasosiego al anuncio de deslocalización irremisible de empresas (Lauki o Dulciora), reducción de más de mil empleados del Banco Ceiss (EspañaDuero) o ruido de fondo en Renault, el habitual y cíclico, pero ahora no está Villanueva para negociar. Señales alarmantes que se atajan con el voluntarismo de desarrollar cuantas acciones sean precisas para que lo anunciado no se cumpla. Palabrería.

A estos síntomas alarmantes se une la exigencia de Montoro de reducir 328 MM de € del presupuesto de 2016, por la desviación de 2015, el doble del previsto y porque el gobierno tiene órdenes muy severas de Bruselas de adelgazar a todas las comunidades autónomas. Se entiende la exigencia de Hacienda por la desviación del 6% en gasto corriente o del 2,5 % por nuevos contratos de funcionarios; y se comprende la queja de la portavoz de la Junta diciendo que el 80% del gasto comprometido es para servicios esenciales e intocables. Y entre datos y lamentos surge la preocupación: gastos finalistas, de clases pasivas y sin horizonte de crecimiento. Deslocalizaciones, despidos y desviaciones presupuestarias exigen que gobierno y oposición dejen postureos, voluntarismos, parloteos y gritos al cielo, y exijan en Madrid solidaridad territorial (Podemos y PSCyL) y aquí trabajen en el proyecto de futuro de la región con un marco económico de crecimiento a medio plazo.