Cultura
Un jardín entre Oriente y Occidente
La cohesión entre las inspiraciones procedentes de la obra de «El Bosco» y los jardines japoneses marcan la exposición colectiva de la diseñadora salmantina Fely Campo y los pintores Miguel Elías y Florencio Maíllo
Por un lado, una re-interpretación de «El Jardín de las Delicias», obra cumbre del pintor neerlandés de los siglos XV y XVI Hieronymus Bosch, «El Bosco», expuesta en el Museo del Prado de Madrid y una de las principales representantes del estilo renacentista de Occidente. Por el otro, la influencia de Oriente a través de los jardines japoneses, donde los elementos naturales se dejan crecer en su forma primigenia y espontánea con el fin de recrear un espacio o paisaje con la mayor verosimilitud. Y, en medio de todo ello, moda, pintura y escritura como artes que reflejan los dualismos, contrastes y convergencias de estas dos realidades culturales a través de la visión y el trabajo de tres salmantinos: la diseñadora Fely Campo y los pintores Miguel Elías y Florencio Maíllo.
Así es como nace «Del Jardín de las Delicias al Jardín Japonés» , una propuesta que se mueve entre la exposición al uso y la instalación vanguardista y que se inaugurará el próximo miércoles, 27 de enero, en el Aula Magna de Su Majestad la Emperatriz Michiko del Centro Cultural Hispano-Japonés que la Universidad de Salamanca tiene en la plaza San Boal de la capital salmantina.
Sin embargo, y a pesar de lo artístico e innovador de la iniciativa, sus raíces se entroncan en la ciencia, tal y como explica Miguel Elías: «A raíz de una investigación sobre un libro de Botánica de 1757, cuyo ejemplar solo se encuentra en las universidades de Salamanca, Oxford y Harvard, decidí hacer un manual sobre cómo dibujar la flora para artistas y alumnos de Bellas Artes». De ahí salió el cuaderno que refleja el crecimiento natural de las plantas en el Jardín Botánico de Madrid y, posteriormente, las pinturas de su evolución y trayectoria sobre grandes rollos extendidos de papel de fibra de bambú, que son los que ocupan el espacio central de la muestra.
Aire, tierra y fuego
«De eso hace ya seis años», recuerda Elías al referirse al punto inicial del proyecto, cuyo subtítulo refleja esa vinculación con la ciencia (Ars sine scientia nihil est, El arte sin la ciencia no es nada), como lo hace la espiral de estructura de acero de 15 metros bajo la que se suspenden los rollos en una sección que, como el propio Elías explica, «representa al aire», frente a la tierra y el fuego de la obra central de Florencio Maíllo y el agua que sugiere el apartado donde Fely Campo muestra sus vestidos, si bien la conjunción, continuidad y armonía entre las obras de los tres artistas rodea la instalación.
«Hay una conexión», opina Campo, quien se unió al proyecto por petición de Elías y Maíllo y sin estar segura del todo de la importancia de su inclusión en el mismo, si bien reconoce estar «muy satisfecha« del resultado final. «Ellos estaban convencidos de que encajaría», resalta, agradeciendo ese empuje de los dos artistas para una intervención en la que buscan «la conjugación» de trabajos a través, en el caso de la diseñadora, de «piezas ya hechas y bocetos en maniquíes, cubiertos de telas con alfileres principalmente» en un proceso de creación «maravilloso».
Y en medio de ese proceso, surgieron «nuevas ideas, matices y sutilezas que afloraron inconscientemente», como explica Maíllo, y que hicieron que “la interacción entre las partes” cobrara vida. Así, las sombras proyectadas por los vestidos inspirados en Japón de Campo se completaron con famosos versos de los 'haikus' de Matsuo Basho , caligrafiados por Elías, mientras las mujeres desnudas y occidentales «aunque universales» de la obra de Maíllo contemplan los citados vestidos.
«Tremendamente contemporánea»
Es quizá por esa vertiente semi-onírica e innovadora, por la mezcla de disciplinas, materiales e inspiraciones, por la que Elías califica la muestra como «algo tremendamente contemporáneo» que quisieron hacer para «una ciudad contemporánea. Ya va siendo hora de que la Universidad y la ciudad se ponga en la rampa de salida hacia el siglo XXI», manifiesta, mientras pide quitarse «ese lastre» de ciudad tradicional para lanzarse «hacia otra parte, aunque no se sepa hacia donde y aunque haya equivocaciones. Pero vamos a intentarlo», sentencia.