Crimen de Isabel Carrasco

Anatomía de un asesinato

ABC desmenuza las ocho claves de un caso que sacudió a todo un país y que ya tiene sentencia

Escena del crimen con el cuerpo inerte de Isabel Carrasco EFE

Rosa Álvarez

El 12 de mayo de 2014 la entonces presidenta de la Diputación provincial y del PP de León era asesinada por la espalda. Tres disparos certeros salieron del revólver que empuñaba Montserrat González , que acabó con su vida por odio. Culpaba a Isabel Carrasco de truncar la carrera profesional de su hija, Triana Martínez , que fue la encargada de deshacerse del arma y entregársela a la agente de la Policía Local Raquel Gago , la tercera acusada de un crimen que causó un gran impacto social. El truculento plan diseñado para asesinarla, los perfiles poco corrientes de las imputadas (esposa e hija del inspector jefe de la Comisaría de Astorga y una agente municipal) y la relevancia pública de la víctima, una de las políticas más poderosas y polémicas que ha habido en Castilla y León, han despertado un gran interés mediático que se ha reflejado en la cantidad de profesionales acreditados para seguir el día a día de este proceso.

1. El origen: odio a Carrasco

No era la primera vez que Montserrat González intentaba asesinar a Isabel Carrasco, pero el 12 de mayo de 2014 decidió que «ya no podía (esperar) más». Según se desprende de su primera declaración en Comisaría, le pegó tres tiros porque «estaba completamente harta» del trato «injusto» que ésta tenía con su hija. En sus calificaciones, la defensa de madre e hija se afana en señalar una serie de hechos que, en su opinión, habrían generado el odio que desencadenó el crimen. La salida de Triana de la Diputación de León -donde trabajó desde 2007 a 2011, cuando su plaza salió a oposición-; la amortización de su puesto de trabajo tras un concurso que considera amañado para echarla; la reclamación de parte del salario que cobró en este periodo; una supuesta «persecución» por parte de Hacienda o el freno que afirman que puso para que no fuera concejal en Astorga son sólo algunos de los argumentos que su letrado esgrime como el origen del «trastorno de ideas delirantes» que llevó a Montserrat al asesinato. Las acusaciones particulares y el fiscal hacen referencia a la existencia de este odio, pero recuerdan a la defensa que el objetivo no es juzgar a la víctima.

2. La preparación del crimen

La idea de asesinar a Isabel Carrasco rondaba por la cabeza de Montserrat desde hacía tiempo. Ella misma reconoce que en los dos años anteriores al crimen había salido en varias ocasiones a «buscarla» y que en las Navidades de 2012 compró en Asturias el revólver con el número de serie punzonado con el que disparó a Carrasco, así como la pistola semiautomática hallada en el registro al domicilio de Triana. En esta inspección a la casa se encontraron también anotaciones de la hija sobre armas, varias fotografías de la víctima y de su domicilio y recortes de periódico y publicaciones en los que aparecía. La defensa de ambas reconoce este plan, pero apunta a que aunque Triana supo de las «ideas homicidas de su madre», a las que al principio no se opuso, llega un momento en el que «ve que es una locura y trata de convencerla para que se olvide» sin especificar cuándo se produjo esto. Por su parte, para las acusaciones particulares y el fiscal tanto madre e hija como Raquel Gago participan en un plan previamente diseñado por las tres y el letrado de la agente rebate este argumento recordando que nada une a Raquel con Carrasco y negando cualquier seguimiento previo.

3. El día del asesinato

Hacia las 16:10 horas Raquel Gago acude al domicilio de Triana, donde se encuentra también su madre, y veinte minutos más tarde se dirige en su coche hasta el centro de la ciudad. Tenía clases de restauración a las 16.30, pero aparca en la calle Lucas de Tuy asegurando que espera a que abra una tienda de manualidades y permanece allí, inmóvil, durante casi una hora. También Montserrat y Triana salen hacia el centro minutos antes del crimen.

4. Tres tiros acaban con la vida de la ex presidenta

Sobre las 17.15 horas, Isabel Carrasco había salido de su casa rumbo a la sede del PP. Sólo tenía que cruzar la pasarela que une Condesa de Sagasta con el Paseo de Salamanca, pero a mitad de camino Montserrat, que la seguía de cerca, le disparó por la espalda «con intención de matarla», algo en lo que coinciden tanto las acusaciones como la defensa. El primer tiro hace que caiga al suelo y, una vez allí, la remata con otros dos, uno en la parte posterior de la cabeza y otro en la mejilla izquierda. Su muerte fue casi inmediata.

5. La huida

Tras cometer el asesinato, Montserrat introdujo el revólver en el bolso y volvió sobre sus pasos. Las acusaciones y el fiscal subrayan que, «según lo acordado», se encontró con Triana en un pasadizo, donde se despojó de la parka, la gorra, las gafas y el pañuelo que llevaba para no ser reconocida y le entregó el bolso con el revólver. No obstante, su defensa sostiene otra teoría (que no encaja con las primeras declaraciones de ambas), la de que Montserrat arrojó el bolso a un garaje y fue Triana quien, sospechando lo ocurrido, lo recogió de allí. A las 17.19 horas la joven llama a Raquel Gago desde un teléfono de prepago. La conversación dura 17 segundos y después se encuentra con ella en Lucas de Tuy, donde las acusaciones afirman que «la estaba esperando».

Raquel conversaba en ese momento con un operario de la ORA y Triana le pide que abra el coche. Ella lo hace y Triana deposita en él el arma antes de ir al encuentro de su madre. Raquel le devuelve la llamada instantes después, pero su amiga no contesta. Ya las habían detenido. Esta serie de hechos que el abogado de la agente y también el defensor de madre e hija aseguran que fueron casuales no resultan creíbles para las acusaciones, que afirman que refuerzan la idea de que todo se desarrolló conforme a un plan.

6. El policía jubilado arruinó el plan

Para la rápida detención de Montserrat y Triana fue clave la intervención de un hombre, un policía jubilado que se encontraba cruzando la pasarela junto a su mujer en el momento del crimen y que, tras presenciar el asesinato, decidió seguir a Montserrat en su huida. Su testimonio fue fundamental para alertar a los agentes de que la autora de los disparos se encontraba esperando en el interior de un vehículo (el de su hija) con una ropa diferente a momentos atrás. Triana llegó al coche en ese momento y también fue detenida. Para las acusaciones, de no ser por él, el plan se hubiera llevado a cabo con éxito y hubiera sido muy complicado resolver el caso.

7. El crimen y la detención de Raquel

Tras llamar a Triana mientras las estaban deteniendo y no obtener respuesta, Raquel Gago se va al taller de manualidades en Trobajo, donde recibe la llamada de un compañero que le informa de la muerte de Isabel Carrasco y la detención de Triana y su madre. No le dice que acababa de verla y sigue con la clase. Después va a buscar agua a una fuente y la carga en el coche, hace y recibe varias llamadas y se va al supermercado. Cerca de las diez de la noche regresa al taller de manualidades, según cuenta, para dejar una puerta o un tablón para restaurar y después se reúne con sus amigas y su hermana en su casa. En todo este tiempo no dice a nadie que ha visto a Triana tras el crimen, ni que tomó café con ella después de comer y no es hasta el día siguiente, unas 30 horas después del asesinato, cuando asegura haber encontrado el bolso con el arma en su coche mientras cargaba una bicicleta. El bulto estaba en el suelo tras el asiento del copiloto, justo en el lugar donde un día antes una amiga suya se subió al coche asegurando que entonces allí no había nada.

8. Confesión en comisaría y entrega del arma

La llamada de Raquel a un amigo de la Policía Nacional para entregar el arma se produce poco después de que en Comisaría los agentes escuchen a Triana decir a su madre que no puede desvelar dónde está el revólver porque lo tiene una policía. En la declaración de la jefa de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) ante la jueza, ésta indica que sobre las 19.00 horas del 13 de mayo uno de sus compañeros le dice que el revólver lo tiene una tercera persona, que puede ser policía y mujer, que Triana «lo ha dicho entre dientes, que se le ha escapado y que la madre le ha dicho que se calle». Es entonces cuando empiezan a hacer gestiones para averiguar las amistades entre policías que tenía Triana, pero no hizo falta. A los pocos minutos y a través de la citada llamada tienen constancia de que el arma ha aparecido, que ha sido una agente municipal la que asegura haberla encontrado por casualidad en su coche. Es el propio conocido de Raquel el que se traslada hasta su casa y lleva después el coche de la acusada con el arma hasta la Comisaría.

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