Un «Riconete y Cortadillo» de plena actualidad

Texto e interpretación se aglutinan para ofrecernos un tándem tierno y entrañable, en la línea del ñaque clásico.

Santiago Molero y Rulo Pardo

ANTONIO ILLÁN CON LA COLABORACIÓN DE T. ORTIZ

Título: Rinconete y Cortadillo . Autor: Alberto Conejero (a partir de la novela el mismo título de Cervantes). Compañía: SeXpeare . Dirección: Salva Bolta . Intérpretes: Santiago Molero y Rulo Pardo . Escenografía: Sfumato . Vestuario: Tatiana de Sarabia . Iluminación: Mariano Zabaleta .

La novela de Cervantes es un clásico y el texto de Alberto Conejero es un texto moderno que toma la historia casi como pretexto para encarnar dos héroes patéticos, Pedro del Rincón y Diego Cortado , que dialogan para poner sobre las tablas las desventuras de su vida y ante los que cabe contraponer la postura que más convenga al estado de ánimo del espectador: unos se compadecerán, otros los admirarán y habrá a quienes les parezcan simpáticos. El autor, Conejero, sí ha tenido la habilidad de relacionar aquella España antigua y pícara, plena de hambre y de miseria, muy reflejada en esos dos personajes de nombre cervantino, que transciende su existencia a los tiempos, también miserables, en los que nos vemos inmersos quienes ahora vivimos en estas tierras de mentirosos y rufianes de cuello blanco y discurso hipócrita.

Evidentemente, la originalidad de la obra representada (no la de Cervantes) estriba en proyectar la España del siglo XVII hasta la actual y poner de manifiesto las similitudes, un país, entonces y ahora, donde brilla la picaresca y el trabajo escasea, donde se critica los vicios de la monarquía y la corrupción de los poderosos con alusiones muy directas a lo que tenemos presente cada día, con partidos corruptos e imputados bien señalados. Las citas literales de obras de Cervantes insertadas a lo largo del texto son un buen anclaje para ese fluctuar entre la propuesta del clásico y la del escritor contemporáneo.

Está bien partir de atrás, de lo literario, de Cervantes y la picaresca, pero en verdad la obra de Alberto Conejero es de una actualidad absoluta, una obra de denuncia pura y dura, en la que se pone en solfa la mafia institucionalizada en nuestra sociedad, que roba y se lo lleva crudo. Los patios de Monipodio hoy están en los despachos, en donde si vas atildado y tienes influencias y mano parece que puedes robar sin que nada pase, pero si estiras la mano para coger algo y matar el hambre te puede caer encima la de Dios es Cristo. La vida misma.

El espectáculo quizá se estira demasiado y tiene un exceso de duración que puede afectar al buen rendimiento que se puede extraer de lo esperpéntico y lo surrealista que caracteriza la propuesta. Así mismo, la utilización del anacronismo es un recurso más, entre los muchos que se utilizan, para lograr una comicidad cercana a los espectadores.

En la obra, los protagonistas ajustan cuentas con don Miguel de Cervantes muy unamunianamente, con la fórmula de los personajes encarándose con el autor. El planteamiento y la dirección de Salva Bolta es original, aunque se desarrolla en un equilibrio inestable, a veces brillante y en ocasiones cayendo en la desmesura. Este mismo sentido del equilibrio es el que hace que la interpretación, en general impecable y excelente, lleve en ciertos momentos a Rulo Pardo , cuya vis cómica es innegable, a una sobreactuación que recuerda a esa manera de hacer teatro tan propia de un actor tan personal como Rafael Álvarez «El Brujo» . Texto e interpretación se aglutinan para ofrecernos un tándem tierno y entrañable, en la línea del ñaque clásico.

La sobria escenografía contribuye a crear el ambiente de desolación y pequeñez de los dos protagonistas, que buscan presentar sus quejas ante el rey en unas estancias palaciegas impresionantes y vacías de vida.

Lo acertado y original del vestuario, la estilización del chándal con golilla o con cuello a la valona, supone un factor clave en la representación, que encarna muy acertadamente la síntesis entre lo clásico y lo contemporáneo. Son elementos metonímicos que representan el pasado y nuestra época.

Tanto la atinada utilización de la iluminación como la intencionada inserción de la música son componentes que refuerzan el mensaje y consiguen una gran conexión y complicidad con el público.

El teatro es reflejo de la sociedad y crítica de la misma. Este Rinconete y Cortadillo que se ha representado en el Teatro de Rojas, por su literatura, por su realidad, por su denuncia y por su buen trabajo teatral mereció con creces los cálidos aplausos de quienes tuvieron la suerte de gozar de la representación.

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