«En España no hay un plan para conciliar bien deporte y estudios»
Entrevista a Adrián Cabo Esteban, campeón de España absoluto de Taekwondo por tercera vez
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Desde que le enganchara cuando era niño, Adrián Cabo Esteban (Velada, Toledo, 1988) siempre ha visto el taekwondo como un juego. Ahora, a sus 27 años, ha conseguido su tercer campeonato de España absoluto, que suma a otros dos universitarios y a uno nacional por clubes. Desde 2014, Adrián entrena en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) del Consejo Superior de Deportes en Madrid. Antes pasó cuatro años en el CAR de Barcelona. A punto de terminar los estudios de ingeniería superior industrial, al verlo lo primero que llama la atención de Adrián es su estatura: 195 centímetros distribuidos en 95 kilos de peso.
—¿Cómo ve el taekwondo desde ahí arriba?
—No se lo va a creer: ¡Los rivales son más grandes que yo! El taekwondo ha cambiado mucho. En pesos pesados siempre ha habido competidores grandes; tener 100 kilos de peso y dos metros de altura es algo normal. Pero ya en pesos inferiores hay gente de 58 kilos y 1,90 metros.
—Entonces, ¿tragan saliva sus rivales cuando lo ven llegar?
—Puedes tener algún rival bajito, pero lo normal son tíos grandes como yo. En España, yo soy de los competidores más grandes. Pero fuera del país, hay deportistas de Europa del Este, africanos o asiáticos muy grandes.
—Con esa altura, ¿por qué no le dio por jugar al baloncesto o al fútbol?
—Cuando yo empecé en el taekwondo, con ocho años, en Velada no había mucha oferta deportiva. Mi entrenador, Roberto Morán, que es de Talavera de la Reina, empezó a dar clases en mi colegio. Yo era un crío inquieto y los profesores dijeron a mis padres que me apuntaran a alguna actividad física para que soltara energía. Entonces, el taekwondo me llamó la atención, ya que resultaba algo exótico. Me apunté, y hasta hoy.
—¿Qué tiene este deporte que le enganchó?
—Siempre lo he visto como un juego. Cuando doy alguna charla en colegios o hablo con niños, siempre intento explicarlo como un juego. Esa es la clave. Yo siempre he ido a pasarlo bien. Ahora al estar en la élite, si estás lesionado, te cambia el carácter y no tienes ganas de entrenar. Te encuentras muy bien contigo mismo con las capacidades motoras que consigues, que te ayudan a lograr fuerza, elasticidad...
—¿Ha visto muchas películas de artes marciales?
—Sí, pero no se ciñen nada a lo que es un arte marcial.
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—¿Cuántas horas dedica al entrenamiento?
—Depende, entre cuatro y seis horas. Normalmente, entrenamos por la mañana desde las ocho hasta las diez y hacemos un trabajo físico-técnico. Y luego por la tarde, entre las seis y las ocho, realizamos un trabajo más técnico y más táctico de combate.
—¿Cómo llega a fin de mes?
—La federación nos paga el alojamiento en el centro, médicos y viajes. Además, nos da una ayuda mensual de 250 euros. Y este año me han dado la beca Clamo (Programa Castilla-La Mancha Olímpica), de unos 4.000 euros. Con todo esto vas tirando, pero no hay grandes cantidades de dinero.
—¿A qué dedica el tiempo libre?
—El poco tiempo libre que tengo lo dedico a estudiar. Estoy acabando ingeniería industrial y estoy con el proyecto fin de carrera, que espero terminarlo antes de mayo.
—¿Qué le ha costado más:los campeonatos de España o estar a punto de terminar sus estudios universitarios?
—Cincuenta-cincuenta. Cada cosa requiere su esfuerzo. El deporte de élite, y más uno olímpico como el taekwondo, que tiene un alto nivel en España, requiere una exigencia altísima. La ingeniería superior que estoy a punto de terminar es la segunda carrera que hago. Antes hice la ingenería técnica en Toledo de manera presencial y cuando fui a Barcelona empecé el ciclo superior a distancia, a través de la UNED. ¡Imagínese cuando me tocaba una gira por China justo en época de exámenes, era imposible hacerlo! Esto es lo peor del deporte de élite en España, donde no hay un plan para conciliar bien el deporte con los estudios.
—¿Poca colaboración?
—Hay gente que te ayuda, esto es verdad, pero también hay gente que te pone zancadillas, como algunos profesores. Te vas a un campeonato de Europa, puedes estar fuera quince días y si has perdido tres prácticas en el laboratorio, pues ya tienes suspenso. Pides hacerla por tu cuenta, pero no te dejan. Yo no pido como deportista que me regalen la carrera, ni mucho menos, pero sí pido que en la universidad no te pongan más trabas de lo normal. Si vas a una competición internacional, que te dejen hacer los exámenes en otras fechas. Por ejemplo, el modelo americano es distinto.
—¿Qué aires corren por Velada, donde hay tantos campeones?
—Serán las sandías, ¿no? Uno de mis abuelos era ganadero y agricultor. En mi familia, sembramos sandías y en verano trabajamos todos en el campo.
—A usted le tiene que costar una barabaridad agacharse para cogerlas, ¿no?
—No, ¡yo soy un titán cuando me pongo manos a la obra!
—Usted no irá a los Juegos Olímpicos de Brasil, pero ¿se ve vestido con un kimono en Tokio 2020?
—Sí, aunque queda mucho tiempo y hay mucho trabajo por delante. Unos juegos olímpicos no es llegar un día y ganar, sino un trabajo de muchos años.
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