Cuestión de mojones
El Instituto Geográfico Nacional ha trabajado durante meses en los términos municipales de las cinco capitales de la región para poner orden al galimatías de sus líneas límite
Entre los siglos XIX y XX, como sucedió en toda España, el territorio que ahora ocupa Castilla-La Mancha se pobló de postes de piedra, que sirvieron para marcar las líneas límite de los territorios municipales. Estos mojones, que aparecieron como setas en mitad de la nada, fueron colocados meticulosamente por brigadas topográficas de las comisiones de deslinde, que en sus elaborados cuadernos de campo describieron al detalle, y con letra caligráfica, las características y la situación de estas señalizaciones.
El resultado de aquel arduo trabajo, realizado con métodos rudimentarios y transportando el material con la ayuda de mulas, ha derivado con el paso del tiempo en una situación caótica a la que ahora se ha querido poner fin desde la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) . ¿De qué forma? Mediante un proyecto para la recuperación y la mejora geométrica de los límites jurisdiccionales, dando fe así de lo que ya se dejó por escrito hace mucho tiempo.
Porque cada administración, desde la Dirección General del Catastro hasta las comunidades autónomas, pasando por los ayuntamientos, ha ido elaborando su propia adaptación sobre las líneas municipales, contradictorias entre sí, sin el rigor técnico y jurídico suficiente para poner las cosas en su ubicación real acordada hace dos siglos. Este galimatías ha motivado un gran número de litigios y reclamaciones administrativas relacionados con cuestiones catastrales, la construcción de urbanizaciones, de hospitales o de depósitos de agua en zonas limítrofes, que a menudo han invadido el término municipal colindante debido a dos motivos: la utilización en la cartografía de límites no oficiales o por una definición geométrica de la línea límite insuficiente.
Por no hablar de conflictos en el cobro del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), parques eólicos sospechosos de estar en un término distinto al que se cree o problemas en la concesión de licencias y aprovechamientos de montes.
Propiedad y jurisdicción
Y, si no, la confusión que reina en general a la hora de diferenciar en un municipio entre la propiedad y la jurisdicción: un ayuntamiento puede tener propiedades en un término municipal distinto, pero no por ello tener la jurisdicción. Por ejemplo, el consistorio de Toledo puede comprar un solar en una playa de Benidorm para levantar una residencia de la que puedan disfrutar los toledanos. El ayuntamiento será el propietario de ese terreno, pero tendrá que pedir las licencias y pagar los impuestos al consistorio alicantino porque no tiene la jurisdicción de ese terreno. Parece algo obvio, pero en realidad no todo el mundo lo tiene tan claro.
Para que no haya más dudas ni malas interpretaciones, el personal del Instituto Geográfico Nacional ha recorrido durante este año las cinco capitales de provincia de Castilla-La Mancha para replantear las líneas límite marcadas por sus colegas antepasados. El objetivo es ponerles coordenadas en el Datum (sistema de referencia actual) y cumplir así una máxima del Sistema Cartográfico Nacional: las líneas límite jurisdiccionales que deben utilizar las administraciones son las recogidas en el Registro Central de Cartografía, que garantiza la fiabilidad de los datos geográficos, o bien en el registro autonómico correspondiente, siempre que esté conectado al primero.
Los más de 1.200 kilómetros de las líneas límite de las cinco capitales de provincia, que cuentan con más de 2.700 mojones, afectan a otros 105 municipios.
Miguel Ángel González , ingeniero técnico en Topografía, ha sido uno de los encargados de este trabajo de campo durante tres meses. Un buen día de la pasada primavera, se cogió los bártulos para buscar los mojones, o vértices, que sus colegas distribuyeron en 1876 con instrumental de la época para marcar los límites del término municipal de Toledo; en total, 516 señales, algunas físicas y otras imaginarias (por ejemplo, un cruce de caminos).
«En realidad, hemos hecho topografía arqueológica, porque hemos tenido que buscar los mojones para dar la coordenada al decímetro», recalca Juan José Peces Morera , director del servicio regional del IGN y responsable de la dirección técnica del proyecto, en el que han trabajado siete equipos de campo (catorce personas en total), que se han repartido las cinco capitales de provincia.
La Academia de Infantería
Antes de salir a la campiña a buscar mojones, Miguel Ángel estuvo otros tres meses estudiando las actas que levantaron sus antepasados hace 139 años mientras iban definiendo la línea límite de Toledo, actas en las que dejaron constancia por escrito de las características y situación exacta de cada señal. «En aquella época trabajaron muy bien y fueron muy rigurosos», señala este topógrafo, quien ha utilizado un todoterreno en lugar de mulas para ir de un lugar a otro . «La línea se midió con un margen de error de 2 o 3 metros con el instrumental de aquella época, un margen que les era suficiente», añade Juan José.
Para aquellos trabajos, emplearon la brújula topográfica y la cadena de agrimensor, que medía distancias y era el equivalente a las cintas métricas de hoy. Eran más robustas y duraderas, aunque más pesadas y menos precisas. Con ese instrumental el topógrafo obtenía rumbos y distancias entre los vértices o mojones de la línea límite, que han quedado archivados junto con el acta de deslinde que se levantó en su día.
Ahora, en cambio, se usan técnicas GPS que aseguran una buena precisión (2-3 centímetros) en la definición geométrica de las líneas límite. Unos aparatos que Miguel Ángel conoce bien y que han sido su herramienta de trabajo imprescindible en sus salidas al campo en busca de mojones.
Señales que él y sus compañeros, acta antigua en mano, han encontrado en lugares tan dispares como en el interior de una empresa de transporte de autobuses, chalés, zarzales o barrancos. Incluso en un campo de golf de Albacete y en la zona militar de la Academia de Infantería de Toledo .
Situaciones peculiares
En ocasiones, ante el riesgo que asumía el topógrafo en zonas escarpadas prácticamente inaccesibles, se ha optado por dar la coordenada gráficamente. «En Almonacid de Toledo , la línea límite va cambiando de lado siguiendo el trazado del ferrocarril, algunos mojones caen entre los raíles y no te vas a meter para que te lleve un tren», explica Miguel Ángel .
Hay otras situaciones peculiares, como sucede en Nambroca, donde uno de los 197 mojones repartidos por el término municipal se encuentra en una zona de zarzales muy ancha y de varios metros de altura. Pero también se puede dar que el mojón virtual esté dentro de un río o en un chalé donde no se puede entrar. «Cuando esto ocurre, cuando un mojón no se puede medir, se le da coordenadas gráficas sobre una ortofoto (una fotografía aérea corregida geométricamente) y se redondea al metro», aclara Juan José Peces.
A los topógrafos no les han sorprendido las diferencias de hasta 40 metros que han encontrado entre las líneas límite reales de los municipios analizados en Castilla-La Mancha y las registradas en el Centro Nacional de Cartografía. «Ya se conocía», asegura Peces.
¿Y a qué se debe? «A la manipulación sin mala fe que se ha realizado a lo largo del tiempo sobre las geometrías antiguas dibujadas a escala 1:50.000 (un milímetro en el mapa; 50.000 milímetros en la realidad) que han provocado que se haya perdido precisión. Esto es, el desplazamiento de un milímetro a escala 50.000 provoca 50 metros de desplazamiento sobre el terreno. Y para recuperar la línea de los acuerdos originales hay que ir al campo, lo que implica unos costes. Esto con el almacenamiento digital por coordenadas ya no sucederá», subraya.
Finalmente, tras presentar los resultados a los ayuntamientos implicados y la revisión por parte de estos de la documentación provisional, se han realizado las firmas de las actas adicionales (que recogen las coordenadas precisas de los mojones) con las comisiones municipales de deslinde.
Sorpresas
¿Ha habido protestas? «Alguna sorpresa, porque los municipios creían en ocasiones que sus líneas límite, que normalmente habían obtenido del Catastro, iban por otro sitio», explica Peces. «Pero si no aportan documentación que demuestren lo contrario, iniciando el proceso administrativo correspondiente, prevalecerá el informe del IGN. Y en estos trabajos en Castilla-La Mancha , ningún ayuntamiento ha logrado demostrar que la línea límite iba por otro sitio diferente al recogido en las actas originales firmadas por las comisiones de deslinde y que han sido corroboradas por nuestro estudio», asegura el responsable de la dirección técnica del proyecto.
«Todos los municipios quieren llegar a un acuerdo», dice Miguel Ángel González en tono conciliador. Como ejemplo, están Ciudad Real y Miguelturra, que han convenido pedir la alteración de la línea límite en algún tramo. Ya lo dice el refrán: dos no discuten si uno no quiere.
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