ARTES&LETRAS

«En mi obra, la cerámica, la materia en sí tiene que hablar»

Entrevista con Gregorio Peño

Gregorio Peño en su taller de Villafranca de los Caballeros con una de sus últimas obras M.J.M.

MARÍA JOSÉ MUÑOZ

Que nadie piense que porque se crió y creció en un taller de alfarería, Gregorio Peño es un artesano. Por supuesto, respeta profundamente la tradición familiar de cinco generaciones de alfareros en Villafranca de los Caballeros ( Toledo , 1983), pero hasta su padre comprende que lo del hijo es otra cosa, que vuela alto ya en el mundo del arte contemporáneo, pese a su juventud, y que mientras los miembros de la familia ejecutan, abajo, piezas de artesanía tradicional en el taller a las afueras del pueblo, Gregorio está en las alturas, y no solo porque su estudio esté en la segunda planta de esta casa de pueblo encalada donde te reciben en el patio enormes vasijas de barro y antiguos hornos de alfarero que dejaron hace ya mucho tiempo de funcionar.

-¿Qué opina su familia de su trabajo, de su arte?

-En mi casa siempre he tenido el apoyo familiar, y mi padre (también Gregorio Peño) es pieza fundamental de por qué me dedico a esto; él siempre ha creído en mí, ha estado orgulloso y ha apostado por que yo me dedique a la cerámica, aunque sea en un ámbito totalmente diferente. Mi padre ha sido un apoyo siempre, hasta en los momentos más complicados.

-Parece que usted tuvo claro desde el principio cuál era su camino.

-Estudié en la Escuela de Cerámica de Madrid y cuando me vine al pueblo tenía claro que, dentro del taller familiar, quería tener un espacio propio para desarrollar una obra artística contemporánea; no me quería dedicar ni a la cerámica decorativa ni a la cerámica utilitaria: quería hacer escultura contemporánea utilizando la cerámica, un material muy familiar para mí desde pequeño y con unas posibilidades plásticas infinitas. Mucha gente no la relaciona con la creación contemporánea, pero la han usado ya muchos artistas.

-Chillida y Picasso utilizaron la cerámica también. ¿Nunca ha estado tentado de utilizar otros materiales en sus esculturas?

-Alguna vez, quizá..., pero reflexionando un poco sobre ello llegué a la conclusión de que la materia, la cerámica, puede dar mejor salida a lo que a mí me gusta expresar y me siento cómodo trabajando con ella. Es un material que ha sido muy generoso conmigo, que me ha sabido dar más de lo que yo le he pedido, y hasta me ha marcado el camino. Muchas veces es el material quien te elige a ti y hemos hecho una unión fructífera.

-¿Cómo fueron sus principios en el mundo del arte?

-Cuando me fui a Madrid a estudiar, empecé a relacionarme con gente del mundo del arte, con arquitectos, profesores de universidad y amigos pintores. Hice mis primeras piezas de escuela y mis primeras esculturas y comienzo a darme cuenta de que el material con el que me quiero expresar es la cerámica. Empecé a visitar el Reina Sofía con asiduidad, y las galerías, y me di cuenta de que el mundo del arte me pellizcaba, me transmite, me apasiona. Entonces, tomé la decisión de que quería ser artista. Llegaba a mi casa desde Madrid y hacía algo, echaba una mano, y aunque mi obra no tiene nada que ver con la alfarería, en la parte técnica sí que es importante venir de una familia con una larga tradición alfarera, te ayuda mucho en la base y a la hora de investigar con el material. Y esa base, unida a mis estudios, me ha dado una gran libertad para encontrar nuevos caminos y nuevos mundos.

-Encima de la mesa del estudio donde trabaja hay una pieza perteneciente a la serie «Formas abatidas». Se trata de una especie de vasija con una parte mate que parece blanda y movible, y otra rígida y brillante. ¿Podría explicar esta obra?

-En todas mis series hay una composición geométrica, que es la base formal de la pieza, pero después hay un contraste con lo orgánico muy fuerte. «Formas abatidas» son piezas que entran al horno en forma geométrica erguida y dentro del horno sufren una transformación: parte de la pieza se abate, se arruga, cae hacia abajo formando estos pliegues y arrugas que desconciertan un poco.

-¿Sabe usted de antemano cómo va a salir la pieza al sacarla del horno?

-Era una sorpresa al principio, cuando investigaba, pero con la experiencia ya sabes cómo va a salir la pieza según la pasta que utilices, los porcentajes de arcilla y temperatura...forma parte de una investigación técnica muy larga. En un principio encuentras defectos que después conviertes en efectos y después llegas a un nivel alto en el que, aunque ves que en la pieza ha jugado algo el azar y se ha movido por sí sola, hay un control muy grande detrás del proceso. Esta pieza está realizada con el torno de alfarero, aunque tiene poco que ver con las piezas clásicas realizadas con este instrumento. Se trata de una pieza escultórica cerrada, cuyo movimiento principal está influenciado por el peso y la gravedad a través de la fusión de una de sus partes. Hay contrastes fuertes y tensiones contrapuestas. Todas las partes están muy meditadas para que las tensiones sumen y la pieza tenga unidad y potencia visual.

-¿Cuáles son sus influencias artísticas?

-Las influencias las arrastra uno durante toda su vida, pero poco a poco te vas desprendiendo de ellas. Yo tenía influencias de la escultura geométrica de Chillida y del expresionismo abstracto de Tàpies o del Grupo El Paso, que eran dos vertientes muy diferentes. Luego vas conociendo a mucha más gente y las influencias son más ricas. Por ejemplo, en el campo de la escultura, actualmente me gusta mucho la obra de Anish Kapoor. Toca conceptualmente muchas materias de una forma espectacular. Con todas esas influencias, empecé a modelar escultura geométrica y me di cuenta de que, en la geometría, la cerámica tenía que decir algo, formar parte también de la obra, no solo como un soporte sino que la materia en sí tenía que hablar. Mis primeras geometrías eran muy lineales, muy puras, con una concepción del espacio quizá muy influenciada por Chillida. Hubo un momento en que entendí que debía de pasar algo en la obra que la conectara directamente con el proceso cerámico. Empecé a investigar sobre pastas que funden dentro del horno, pastas cerámicas que al pasarlas de temperatura se deforman, se derriten.

-¿Qué le inspira?

-Hay mucha inspiración sobre la naturaleza, la materia, y una especie de obsesión por el contraste entre lo matérico y lo arquitectónico. Me interesan los contrastes que se dan en la propia realidad, como el paisaje urbano, donde contrastan la geometría y lo arquitectónico y lo natural, cuyo resultado es una belleza y una emoción que siempre me ha interesado. Mi obra es conceptual, habla por sí sola, no necesita explicaciones, ni creo que sea importante explicar el porqué yo llegué a esa obra. La obra en sí misma es la que debe transmitir emociones al espectador, yo no soy importante en la obra, yo desaparezco. Muchas veces miro con distanciamiento mi trabajo y las esculturas acaban tomando su propia personalidad y se alejan de mí.

-¿Cree que la poesía y el arte están íntimamente ligados?

-Las obras de arte es muy complicado explicarlas con palabras y creo que los poetas están muy capacitados para transmitir esa emoción, o los críticos muy ligados a la poesía. Tienen un dominio de la palabra que está al alcance de muy pocos.

-Ha recibido prestigiosos premios y triunfado en galerías y bienales dentro y fuera de España. ¿Qué cree que han visto en su trabajo?

-Estoy orgulloso de mi trabajo, de mi carrera en general, porque siempre se ha forjado a través de la obra, no de contactos ni de una red de influencias. He enviado mi obra a concursos y así he ido abriéndome camino. En Villafranca de los Caballeros tengo un taller espectacular a mi disposición y, aunque suelo ir bastante a Madrid a ver exposiciones, estoy aislado del círculo del arte.

-Pero no le ido nada mal.

-La parte buena es que no te despistas; el exceso de contactos, de inauguraciones, es una pérdida de tiempo para el arte, que requiere mucho estudio y mucho trabajo. Te das cuenta de que lo que realmente te ha abierto el camino es el trabajo, el trabajo y el trabajo. Cuando flaqueas en el trabajo, flaquea todo. Mi objetivo es vivir del arte, y vivo del arte. El futuro está por venir, aunque quiero vivir de esto y no me imagino de otra forma.

-Trabaja para la galería Michel Soskine

-A los 25 años empecé a ganar concursos y la obra empezó a gustar. Críticos de arte que formaban parte de los jurados y no me conocían de nada se empezaron a poner en contacto conmigo y después aparecí en publicaciones especializadas. Tuve mi primera exposición individual en Madrid en 2011. Luego seguí produciendo más obra y gané concursos importantes, como el premio especial de la Bienal Internacional de Cerámica Contemporánea de Vallauris (Francia). El premio me abrió caminos y entablé contacto con la galería NEC de París, con la que tuve un proyecto expositivo muy interesante. Conseguí meter obra en colecciones importantes de París y ese mismo año expuse en la GIC Biennale de Corea del Sur. Y sí, ahora y desde hace dos años trabajo con Michele Soskine, una galería de gran nivel y con una larga experiencia en New York y Madrid. Con ellos tuve una individual a finales de 2014 y he participado en las dos últimas ediciones de ARCO.

-¿En qué trabaja ahora?

-En una nueva serie, que es lo que he presentado en ARCO este año. Es muy diferente a lo de antes. Son composiciones geométricas de pared donde hay una parte líquida que se derrama y que contrasta con la parte sólida. Es una nueva investigación. El esmalte es un vidriado que se aplica a la pieza, pero yo no los aplico para cubrir y dar brillo, sino en grandes cantidades para que escurran y sean un cuerpo matérico con entidad propia. Aunque parece más descontrolado, detrás de la obra hay mucho control. Antes de entrar en el horno, la pieza ya tiene una forma adaptada para que el esmalte siga el camino que yo quiero que siga y caiga por donde yo quiero que caiga.

Peño me muestra una pieza de su nueva serie. Le digo que me recuerda a un cuerpo humano en formación, como si la materia saliera de dentro de la pieza dándole un toque humano, de vísceras, como si la materia se estuviera descomponiendo. Él dice que no le parece mal mi percepción, y añade un factor: «La pieza está parada en el tiempo, algo común en mi obra, parar el movimiento en el tiempo. Podría haber alcanzado otro estado de descomposición aún mayor, pero yo la paré en ese momento».

Me despido del artista y de sus obras, que, quizá, con el tiempo, emprendan la búsqueda de algo inmaterial.

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