Sociedad
«La Pradera» remonta el vuelo
Este barrio de Alcázar de San Juan, que «iba camino de convertirse en un gueto», ha dejado de ser un problema gracias a un Plan de Integración consensuado entre la administración y los vecinos
El barrio de La Pradera de Alcázar de San Juan es un ejemplo de superación . Una demostración de que la unidad vecinal, organizada y bien estructurada, puede tutear a las administraciones y revitalizar un área urbana. Poco a poco, pero con consenso.
Separado del centro de Alcázar de San Juan por una carretera nacional, en una pasado no muy lejano los carteros no sabían dónde dejar la correspondencia porque los letreros de las calles del barrio, borrados y retorcidos, los despistaban.
La Pradera «iba camino de convertirse en un gueto» , reconoce sin ambages Carmen Nieto, presidenta de la asociación de vecinos, que en los 14 años que lleva en el barrio ha soportado la presencia de okupas en el bloque de pisos donde vive.
Sin embargo, hace un año ciudadanos y gobernantes acordaron un Plan de Integración con una serie de actuaciones. En el caso de los okupas se ha establecido un alquiler social por el que los residentes pagan entre 100 y 150 euros. Existen ayudas para reducir el precio a la mitad, pero estas, igual que el acceso a los talleres de empleo, pueden desaparecer si los beneficiarios perturban el orden público o se niegan a escolarizar a sus hijos. Un «técnico social de vivienda» se encarga de este tema.
Asimismo, a los jóvenes se les ofrecen una serie de actividades socioeducativas. Según explica Carmen Nieto, «se trabaja con ellos sin saber que están trabajando», porque lo primero que se busca es recuperar la motivación y la autoestima de los chicos. Hay talleres de dibujo, música, diseño y voladura de cometas. Hay excursiones: la última este verano a Murcia, donde los jóvenes aprendieron a bucear. Hay equipos de fútbol, femenino y masculino, con alumnos de diversas etnias y nacionalidades: marroquíes, latinoamericanos, gitanos…
En definitiva, la convivencia intercultural en el barrio es armónica, y la reinserción social de los que lo necesiten se hace respetando sus costumbres y tradiciones. Se trata de que «las futuras generaciones tengan esperanza» , comenta la presidenta de la asociación vecinal.
Otro de los logros es la mejora en los accesos y la red viaria del barrio. Parques públicos y portales ya están alumbrados, montones aislados de desechos en las calles han sido retirados, tuberías de agua corriente han sido reparadas, el mobiliario urbano ha sido repuesto, los pasos de peatones se han repintado, donde antes había barrizales se han puesto aceras y las fachadas y los tejados de muchas viviendas lucen colores algo más vistosos. Además, por primera vez este año las calles están adornadas con luces de Navidad.
En este trabajo ha sido fundamental la aplicación móvil «Línea Verde», por la que el equipo de obras públicas del Ayuntamiento acude inmediatamente cuando se enteran de los desperfectos a través de fotografías que mandan los vecinos. También se realizan encuestas en las que los ciudadanos exponen los problemas que más les preocupan.
«Que la gente venga»
Una de las próximas actuaciones será sacar locales a licitación pública. El barrio es residencial, pero tiene pocos comercios. La idea es ofrecer un servicio exclusivo, «algo por lo que la gente venga necesariamente a La Pradera y no a otro sitio», indica la presidenta de la asociación vecinal.
La Pradera es «un barrio normalizado, sin problemas de marginación, con precio razonable para vivir, y tranquilo», dice Ángel Parreño, director de Servicios Sociales del Ayuntamiento alcazareño. «Aquí vive gente humilde, pero estamos en nuestro derecho de pedir que se nos trate igual que en los demás barrios», remata Carmen Nieto.
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